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Sí, César… Sigo en eso

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Silvio Herasme PeñaSanto Domingo

Antes de que yo bien me despertara el pasado jueves, comenzaron a resonar tanto mi celular como el teléfono de la casa. La gente me preguntaba si había leído ya tus opiniones en tu columna del Listín Diario.

Al leer tu artículo con paciencia, midiendo lo que vale cada una de las palabras que empleaste en el mismo, por lo que debo decirte, con toda honestidad, que palabra por palabra realmente me causaron una muy agradable impresión.

No estamos acostumbrados a leer ese tipo de consideraciones, pero has logrado lo que nunca “se ha hecho”, me he sentido impactado porque son cosas que se escriben de uno cuando ya uno no es uno, sino que se ha ido adonde todos iremos y de donde no regresaremos.

Y unos dirán lo bueno que fuiste, la mayoria guardaría silencio y otros considerarían que uno no fue tanto como tú dices. Nadie estará exento de ese tipo de juicios.

Un empresario turístico de mucho éxito me invitó a una cena para preguntarme por qué yo era del MPD de Maximiliano Gómez, El Moreno, sí, César, el Papá de Guido Gómez. Mi primera respuesta fue: “De dónde usted saca que yo fui, era o soy del MPD”. El hombre y sus amigos quedaron estupefactos por mi respuesta y comprendí que para ellos era un verdad que no necesitaba demostración, pero se trataba de una grosera mentira.

Al empresario turístico le recordé que ser “amigo” de una persona como yo lo fui de El Moreno, lo cual ratifi co hoy como ayer, no implica compartir ideología, él era “comunista” como se decía, pero yo era periodista, una cosa no implicaba la otra, Y eso es lo que la gente no entiende, o no se ocupa de entender.

El otro día dijeron en el programa de Alvarito Arvelo, que el general Pérez y Pérez era el accionista principal del periódico “La Noticia”, que yo dirigía y se olvidaron de Pepín Corripio y de don José A. Brea Peña, en esa conversación falaz nadie los recordó. Y uno se pregunta: ¿Sómos tan estúpidos como para oir sin escuchar y asumir ideas sin pensar; somos capaces de creer todo lo que se nos diga, así nada más?”.

Al comentarista que difundió la especie yo le pregunté: “Pérez era de Peña Gómez, o de Joaquín Balaguer, a cuál de los dos prefería políticamente?...La respuesta fue obvia y dijo que a Balaguer, desde luego, y si él era el dueño o principal accionista del vespertino “La Noticia”, cómo pude yo venderla al ganar Balaguer el poder?. El hombre abrió los ojos y me dijo…¿Y cómo yo no pensé en eso? No lo pensaste, le dije, porque cuando se trata de chismes la gente no piensa, no razona; sencillamente lo asume.

Siempre he querido ser como me formaron en mi casa y en los primeros años de la Iglesia. Nunca he olvidado a los párrocos españoles de mi infancia, aquellas enseñanzas transparentes que se sembraron en un cerebro infantil- juvenil deseoso del bien. Hablo del período anterior al asesinato artero de mi hermano Polibio en octubre de 1959, en plena Era de Trujillo. Te hablo del plan de Emilín, mi hermano menor, de exiliarnos a tiros limpios con toda la familia en la embajada de Venezuela que ya él habia previsto, pero el plan terminó cuando le observé que salvaríamos al grupo de Herasme de Mamá, pero que condenaríamos a los demás, y eran muchos.

Tus comentarios me han sacado de “casillas” y me has obligado a escribir cosas que uno sólo dice al fi nal, para que alguien los lea después, sin que le sirvan de gran cosa, pero ya está dicho, gracias a tu artículo que espero que no te lapiden por haberlo escrito.

Gracias amigo y hasta un buen día que nos veremos de nuevo.

No es un fracaso Lo que le pasó al Escogido no es un fracaso sino una lógica conclusión de una elección incorrecta de refuerzos.

Nunca se debió desarticular el equipo campeón para formar la entelequia que terminó siendo el equipo.

No quiero que se piense que desprecio a los jugadores invitados, sólo quiero dejar claro que no se formó un equipo de beisbol para representar a la Repúlica Dominicana en la Serie del Caribe como el que teníamos.

Debo hacerle un reconocimiento al dirigente escarlata Luis Rojas Alou, el hijo de mi querido amigo Felipe. Todas las decisiones que tomó me parecieron lógicas, ajustadas y oportunas. Sólo que él no es pitcher, ni bateador ni fi ldeador, sino dirigente.

Sólo podemos juzgarlo como dirigente… Y seremos justos.

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