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Gabriela Mistral

Hace 70 años Gabriela Mistral recibió el premio Nóbel de Literatura, siendo la primera latinoamericana en obtener ese reconocimiento universal.

La academia sueca no sólo valoraba una gran obra y una gran vida, también enviaba un mensaje a escritores de nuestro continente que vieron en ella un modelo a seguir.

Si el escritor mocano Julio Jaime Julia, no hubiese recopilado el conjunto de escritos generados en el país por la escritora chilena no fuera posible valorar su relación con la literatura nacional.

El Centro de Investigación para la Acción Femenina (CIPAF) auspició esta compilación que en trescientos veinte páginas sintetiza la cercanía de esta gran escritora con nosotros. Para Margarita Cordero, prologuista de la obra y que acaba de ganar el premio nacional de periodismo: “La Mistral, sin embargo, debería ser más conocida por algo conmovedor en su simpleza: fue una gran amiga de nuestro país y escribió para proclamar por todos los rincones de América su decidido apoyo a la causa nacionalista contra la primera y ominosa intervención norteamericana. Sus vínculos afectivos con don Federico Henríquez y Carvajal simbolizaban para ella – y deberían simbolizarla para nosotros – su pasión por esta tierra que visitó una sola vez en 1931 y por poco menos de cuarenta y ocho horas”.

Gabriela Mistral inicia una tradición de grandes poetas chilenos, todos de dimensión universal, como Vicente Huidobro, Pablo de Rokha, Nicanor Parra, Gonzalo Rojas y Pablo Neruda, quien al referirse a ella y a la geografía chilena expresa: “Mi compañera Gabriela Mistral dijo una vez que en Chile nos vemos pronto el esqueleto, tanta roca tenemos en montañas de arena, es mucha verdad la que dijo como casi siempre”.

Manuel Rueda al comentar esta expresión señala: “Permítaseme al menos un poco de fantasía, una manera de discernimiento, de adjudicación plena, en esa tarea de las parcelaciones poéticas, a una Gabriela que había ganado el derecho de propiedad de esos ámbitos cordilleranos, con ese himno cantado en la trompa homérica elefantina “Cordillera”. Derecho de primacía que Neruda no estaba en condición de regatearle sin mengua de su integridad nacional. Quiero ver en las abstenciones de Neruda un gesto valorativo de las solemnidades de Gabriela. Veo, también, como él separa aquella porción pétrea del andamiaje patrio, para establecer las fronteras ya ganadas por la poetisa, inmensa catedral para sus recogimientos místicos”.

Rueda en su ponencia Imágenes de la chilenidad, en el Encuentro Internacional de Escritores Pablo Neruda (Santo Domingo, 1983), establece una importante relación entre los grandes poetas, destacando el magisterio de Gabriela Mistral.

Si la comunicación entre Gabriela Mistral y Federico Henríquez y Carvajal fue el más alto momento de su identificación con nuestra soberanía, a nivel literario se tendió un puente de excelencia cuando la revista Poesía Sorprendida saludó el acontecimiento de hace 70 años diciendo: “El premio a Gabriela Mistral ha sido otorgado tanto a la soledad como a la vocación; tanto a la seriedad como al fervor; tanto a la sencillez, austeridad y gracia, como a la poesía verdadera”.

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