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FUERA DE CÁMARA

¡Así no, Mister Brewster!

James W. Brewster es un embajador controversial, polémico y poco dado a observar los modales y actitudes más elementales de la diplomacia internacional. Su excesivo protagonismo lo proyecta como el procónsul americano de la Guerra Fría empuñando el garrote del Tío Sam...

Muchos, tal vez exagerando-- ¿hacia cuál lado?--, lo comparan con Robert Pastorino, aquel célebre chicano que en 1994 salió del país con la sábana por un canto y desapareció para siempre del servicio exterior norteamericano después de meter sus narices más de lo debido en el proceso dominicano. Aquel, como éste, inició su “carrera” diplomática aquí... Y aquí la terminó.

No existe razón diplomática alguna para que Míster Brewster participe de forma tan activa en la política callejera dominicana. Eso no lo hace ningún embajador en el mundo.

Ni siquiera si estuviera en riesgo la estabilidad política-- que aún en ese caso sería asunto exclusivamente nuestro--, pudiera el embajador Brewster meter sus narices tan profundas.

Como embajador que también soy, me consta que no es esa la actitud de otros embajadores americanos de la región y menos aún la política del Presidente Obama... Es evidente que Brewster está excedido en sus atribuciones y nadie debería extrañarse si un día de estos el Departamento de Estado le hala las orejas.

¡Vaya, vea, diga…! Que Brewster vea al procurador, que visite al presidente de la Junta, al presidente del Constitucional, de la Suprema… Que visite el Congreso, que se reúna con el Presidente Medina… Todo eso puede ser legítimo y formar parte de su labor diplomática.

Pero de ningún modo puede admitírsele que presente un mal endémico en todo el mundo-- que es la corrupción--, “como un problema en los más altos niveles del gobierno dominicano que retrasa el crecimiento, afecta el comercio e impide la aplicación justa de la ley”.

“Algunos pocos políticos han estado criticando a la Embajada y a mi persona por estar demasiado involucrados en asuntos dominicanos”, dijo de forma altanera mientras la emprendía contra quienes lo ven muy pendiente de los asuntos de este país que se supone les están vedados.

Si Brewster lo ignora, sería bueno decirle que quienes lo critican no son “algunos pocos políticos”… Es más de las tres cuartas partes de la población dominicana.

¿Qué devuelvan la visa? El embajador norteamericano se ha empinado sobre sus hombros para mirar de forma indigna a los dominicanos que lo critican.

Exhibió indelicadeza y soberbia impropia de la posición diplomática que ostenta al solicitar a quienes no están de acuerdo con sus pelambres que devuelvan la visa americana en su embajada.

“(…) Que vayan a la embajada y nos devuelvan la visa”, expresó soberbio un hombre que aquí ha sido tratado con distinción de amigo, tanto él como Bob Satawake, su compañero sentimental que, además, han recibido ambos la mano amiga de una sociedad que pese a sus atavismos y tradiciones comprende su condición y los acepta con respeto.

Ningún país del mundo-- incluyendo obviamente a los Estados Unidos--, otorga visados a cambio de mediatizar la opinión de los ciudadanos sobre lo que hagan o digan sus embajadores.

A mí no se me ocurriría jamás pedirle a un panameño que entregue su visa dominicana porque no esté de acuerdo conmigo… ¡Me pondrían de patitas en la calle!

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