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EL BULEVAR DE LA VIDA

De justicia y calefón

Un show mediático-judicial Cuando las instituciones de un país se convierten en un relajo, es porque esa nación es ya una tragedia.

Una cosa es que la Justicia dominicana sirva para poco, o que su gran mérito y virtud haya sido el haber “democratizado” las malas prácticas que hasta hace 20 años eran cosa exclusiva de ciertos bufetes de élite y alcurnia; y otra pero peor, es que nos tome a todos de estúpidos y hasta de preservativos (y nunca para el sexo, que es lo que jode).

El show mediático/judicial montado en torno al comportamiento delictivo de una joven que a las cuatro de la mañana realizó cinco disparos al aire y por una media hora interrumpió el tránsito al frente de un establecimiento en la calle Gustavo Mejía Ricart, más su posterior sometimiento a la justicia con tres meses de cárcel de medida de coerción y la meteórica y “exhaustiva investigación” que determinó que el acompañante de la joven ha tenido problemas con la ley y es familiar de un narcotraficante asesinado, todo esto, ya digo, demuestra que en el país el cinismo, la doblez, la moral en calzoncillos, ha tocado el fondo, ha llegado al límite.

La perdida autoridad del Estado El Estado Dominicano ha perdido su principio de autoridad y es cada vez menos capaz de cumplir y hacer cumplir las leyes, salvo casos como este, en que se busca complacer el morbo de los Medios y las redes y/o distraer la atención del soberano de algo realmente importante. El show se repite cada cierto tiempo. Recuerden, a “Los encueruses” de la Lincoln, o a las chicas encarceladas por el “gravísimo acto delictivo” de presentar a las 2:43 de mañana, la simulación de un acto lésbico encaramadas en el capó de un coche, cosa que los presentes disfrutaron como enanos, imaginando un trío que como se sabe y me confirman mis sexólogas amigas, es una de las principales fantasías eróticas de todo masculino varón que ejerza. En ambos casos, como en el de la joven bebentina, irresponsable y marchosa, hubo una ágil actuación de las autoridades. Sin embargo, en este museo del absurdo, en 50 años de democracia entrecomillada, gris y un poco puta, no ha habido tiempo, jardines colgantes de Babilonia, voluntad política y menos justicia para que un solo político haya cumplido una condena por corrupción, para evitar que grandes corporaciones privadas dirijan agencias del Estado que deberían regularlas; o peor, para impedir que “La Embajada” pierda el estilo, y olvidando el recato diplomático y el mínimo respeto a una soberanía que nos arrebataron en aquel abril y aún no nos devuelven, despache públicamente con funcionarios, y les “baje más línea” que una arquitecta brillante, y les controle más que una novia celosa en un bar de copas de Madrid.

Aplicación selectiva de las leyes. Ante el show presentado, queda por saber hasta dónde va a llegar esta aplicación selectiva, mediática y oportunista de las leyes, que amenaza con convertir al país en un festival de farandulero relajo del que solo nos salva, (y a veces) las mulatas de ensueño que dando la razón a Manuel Jiménez y su buen decir, nos demuestran que para entrar en el cielo “no es preciso morir”, ni morir, ni estacionar mal una jeepeta, y mucho menos disparar irresponsablemente al aire.

Por si no lo sabían… En nuestro país a los narcotraficantes confesos los entierran otros reconocidos narcotraficantes con sus equipos de “jodedores” y asistentes, todos drogados; envuelto el cadáver en la bandera nacional, se interrumpe el tránsito por horas, se reparte y consumen drogas ilegales, hay tiros, muchos tiros, y no a las cuatro de la mañana sino al morir una tarde; justo y como va muriendo el país, incapaces sus hombres y mujeres, sus dueños y sus servidores, de alcanzar un mínimo grado de civilización, seguridad/ decencia, respeto a un Estado de Derecho perdido en los mandatos de una Constitución que ni los que la aprobaron respetan. Finalmente, por “gadejo”, una nota periodística de diciembre de 2012. “San Fco. De Macorís. Bajo una lluvia de disparos al aire, (…) el olor de la marihuana, tomando ron y cerveza, (…) fueron sepultados los restos (… ) Los participantes (…) realizaban disparos y consumían drogas, como si en esta ciudad no existiesen autoridades.

(…) de ahí, el cadáver fue trasladado al conocido punto de distribución de drogas ubicado en la calle 8 esquina 15 del sector San Martín de Porres. No más preguntas, Magistrado, no más preguntas.

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