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EN LA RUTA

El video viral...

El caso de Daurin Muñoz Martínez, el raso de la Policía Nacional (PN) que desató un avispero al colgar en las redes sociales un video denunciando las deplorables condiciones con que tienen de desempeñar sus funciones los policías de nuestro país, plantea un interesante escenario donde se salen a relucir lo real y lo procedimental.

Y es que la alocución de tres minutos con cincuenta y dos segundos, donde el joven de 28 años emite fuertes críticas a la Policía, no hace otra cosa que describir la realidad de los agentes del orden público que tienen que manejarse con salarios pírricos y convivir con la miseria.

Poniéndose como ejemplo y en momentos pareciendo como quien interpreta un guión con jocosidades incluidas, el también graduado de comunicación social se lamenta -con toda la razón- que un policía recibe un pírrico salario base de cinco mil ochocientos pesos mensuales.

En su detalle de cómo un uniformado tiene que salir a la calle a arriesgar su vida por menos de veinte pesos la hora, también cuestiona la línea de mando y sus métodos para obtener los resultados.

Pero el que Muñoz Martínez tenga la razón en su clarinada, no significa que el procedimiento utilizado haya sido el correcto porque, y al margen de lo que establece la Constitución de la República en su artículo 49 atinente al derecho a la libertad de expresión, las instituciones castrenses se rigen por una serie de normas y reglas que deben ser respetadas por sus miembros, por lo menos mientras sean miembros.

Los militares y los policías no son deliberantes y las réplicas o los cuestionamientos tienen formas y canales específicos para ser tramitados.

Por tanto, e independientemente a tener razón en casi todas su críticas, las que deben responsablemente ser asumidas por las autoridades, el cabo Daurin Muñoz Martínez actuó más como civil que como un policía (quizás se le olvidó que lo era) y su falta de prudencia, fruto de una válida indignación, puede que, conjugada con la inmadurez y el deseo de protagonismo, mandó un inadecuado mensaje de indisciplina a las tropas.

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