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Fernando: un artista llano y lleno de pueblo

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Raúl Pérez Peña (BACHO)Santo Domingo

La sabia de la vida obliga a recrear que valoramos lo que tenemos cuando lo perdemos. Ahora nos sobrecoge la reflexión sobre el valor que hemos perdido con el fallecimiento de Fernando Echavarría.

Un artista sencillo, humilde, creativo.

Un valor artístico de puro pueblo, por su extracción y por su conciencia social.

En una reciente reflexión escrita a mi hijo Juan Miguel, Fernando Echavarría habla de dos “generaciones perdidas por culpa de los que hemos estado viviendo o superviviendo”.

Ahí refleja Fernando un espíritu autocrítico sobre un fenómeno sumamente extendido en el ambiente social dominicano, que lo acentúa al suscribirse en la culpabilidad colectiva “de los que hemos estado viviendo o superviviendo”.

Fernando agradeció a Juan Miguel que en el programa televisivo de Patricia Solano expresara argumentos que le permitieran “conocer y ampliar el espectro” de su verdad respecto a las citadas dos generaciones perdidas.

En cualquier caso, asumir esa temática sitúa a Fernando Echavarría en una dimensión escasa entre los artistas dominicanos, cuya generalidad revela estar afectada de alguna manera por las repercusiones o derivados de la imposición cultural de potencias extranjeras, cuyo accionar se traduce en una involución respecto a nuestros sanos valores tradicionales.

Artistas con sensibilidad y preocupaciones sociales, como Fernando, no han sucumbido bajo la entendible ilusión de “saltar al estrellato” o “ser una celebridad”.

Es penoso contemplar cómo algunos se diluyen gradualmente bajo visiones aberrantes que los exilian de este contexto que cita Fernando.

Aunque citado como “de oro” por una producción discográfica con ese título, Fernando Echavarría acuñó méritos artísticos para merecer esa denominación vista como distinción.

La trayectoria artística de Fernando Echavarría lo caracteriza como un investigador de ritmos y géneros y un talento de indagatoria sistemática orientada a la producción musical con creatividad y sensibilidad social. Como ejemplo de esa sensibilidad quedan sus aportes y propuestas artísticas.

Eso más que todo era el Fernando del día a día, del codo a codo con sus amigos, bajo una sociedad atribulada.

Fernando Echavarría fue ese ser social inmerso en el afán incansable, siempre crítico de las injusticias sociales. Sus huellas musicales son dignas del rescate organizado para ser conservado en el Archivo General de la Nación, como lo merece el talentoso artista que hemos perdido.

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