Santo Domingo 24°C/26°C few clouds

Suscribete

FIGURAS DE ESTE MUNDO

Van Gogh

“Tengo que tener una mujer, de lo contrario, me helaré y me convertiré en una piedra”. Vincent van Gogh, el eterno pretendiente, veía su felicidad en una amante que le diera amor.

Si solamente hubiera gustado la dicha de ser amado, si solamente los ojos de una mujer lo hubieran besado con la mirada, tal vez habría vivido más tiempo, aunque, quizás, nunca hubiera tomado un pincel. La imposibilidad de hallar una compañía femenina duradera a lo largo de su vida influyó en su derrumbamiento y suicidio.

Este genial pintor holandés, del siglo XIX, precursor de impresionistas y expresionistas, produjo cientos de obras que incluyen “Comiendo patatas” y “La noche estrellada”, pero, lamentablemente, solo pudo vender un cuadro en toda su vida: “La parra roja”.

Paseando por las calles, descubrió que le gustaban las prostitutas. Eran para él unas “hermanas y amigas”, unas parias como él, que no le rechazaban.

En 1888, tras una acalorada discusión con Gauguin, Van Gogh -celoso del éxito de aquel pintor francés con las prostitutas de Arles- se cortó parte de la oreja izquierda. El incidente tuvo claras connotaciones sexuales: Van Gogh introdujo la oreja en un sobre y se la envió a una prostituta que prefería a Gauguin. Cuando abrió el sobre que contenía la ensangrentada oreja, la dama se desmayó.

Van Goh no fue afortunado en ninguno de los elementos esenciales de la felicidad, a saber, algo que hacer, alguien a quien amar y algo que esperar. En lo que hizo, como pintor, su genio no fue reconocido por sus contemporáneos; en el amor jamás fue correspondido, y su esperanza fue hundirse voluntariamente en las tinieblas de la muerte; una esperanza distinta de la que externó el rey David: “Y ahora, Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza está en ti”.

Tags relacionados