Santo Domingo 25°C/26°C scattered clouds

Suscribete

Tiempo para el alma

“Cuando recéis no uséis muchas palabras, como los paganos, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso”. Mt. 6:7.

La belleza de la oración no está en la estética de la morfología, no está en las palabras, ni en la rima cuando queremos ser poéticos. La efectividad de la oración no está en el rebuscamiento ni en el tiempo que dure nuestra perorata. El valor de la oración no está en las citas bíblicas acomodadas a la situación ni en el conocimiento que exhibamos.

La sensibilidad que pueda despertar de nuestra oración no depende de cuánto lloremos y de que nos vean llorar. El alcance de nuestra oración no está en hacerla pública. No es convincente por la forma en que la estructuremos: perdón, alabanza, gracias; alabanza, gracias, perdón; gracias, perdón, alabanza; pedir, pedir, pedir.

Mis queridos lectores, la belleza, la efectividad, el valor, la sensibilidad, el alcance están en lo auténtico, en la honestidad, en el anhelo de ser escuchado y recibir ese sublime gesto de amor que es la misericordia de Dios. La oración, ese diálogo entre dos que no necesita espectadores, solo Dios y yo, nada más.

Tags relacionados