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Antonio Porpetta

Ser un poeta inserto en el río de la tradición española, no es simplemente ascender por medio de las palabras a una concreción escritural a través de varios libros.

La España del Siglo de Oro, de las generaciones del 98, del 27 y del 36, atesora los más altos momentos en cualquier literatura.

¿Es una ventaja ser poeta en España? No estoy seguro. Escribir con una tradición detrás de tanta trascendencia es una ventaja, pero también un desafío, si se asume el oficio de escribir con seriedad y rigor.

Estas cavilaciones me llegan con el libro Silva de extravagancias, de Antonio Porpetta, a quien conocí hace varios años en la Feria Internacional del Libro de San Juan, Puerto Rico, cuando terminaba mi lectura en el Café de los poetas.

Pocos meses después recibí una invitación, por recomendación suya, para ir al Congreso Mundial de Poesía, efectuado en Valencia.

José Hierro y otros grandes poetas presidieron esta inolvidable jornada, que marcó para mí el inicio real de la valoración que como poeta tiene Antonio Porpetta.

El Centro Cultural de España, junto a la Secretaría de Estado de Cultura (hoy Ministerio de Cultura), auspiciaron varios talleres literarios, logrando una interacción con los jóvenes escritores de diversas regiones, que recuerdan su magisterio como un acontecimiento que los conectó directamente con la gran poesía de América y España, auscultando claves para la realización textual.

Antonio Porpetta tiene una extensa obra publicada en poesía: Meditación de los asombros, Ardieron ya los sándalos, El clavicordio ante el espejo, Los sigilos violados, Territorio de fuego, Década del insomnio, Adagio mediterráneo, entre otros. En el campo de narrativa: El benefactor y diez cuentos más. Su poesía ha sido traducida a seis idiomas.

Galardonado con varios premios: el Fastenrath de la Real Academia Española, el Gules y el José Hierro de poesía, el de la Crítica Literaria Valenciana de ensayo, y el internacional Llave de Oro de la Ciudad de Smederevo en el XXX Otoño Poético de Smederevo, Yugoslavia, por la totalidad de su obra, la primera vez que se concede tal distinción a un poeta de lengua española.

Antonio Porpetta, como parte de la tradición poética española, define su esplendoroso quehacer de esta manera: Lo malo de este oficio / es que no sabes nunca donde empieza / la sincera ficción, y donde acaba / la fingida verdad… / mientras oyes la voz de la locura / llamándote muy leve.

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