Tiempo para el alma

‘‘Vivan en paz unos con otros’’. Mr. 9: 50.

Las diferencias que tenemos con las demás personas, desde las cualidades y el carácter hasta la discrepancia de criterio, no deberían llevar al extremo de la riña o confrontación; antes bien, debemos ejercer –y dejar que los demás ejerzan- el derecho al disentimiento y a la diversidad, esa que permite que los seres humanos se complementen, no que se anulen. Cada cual con su ‘‘sal’’, debe propiciar un ambiente de acuerdo, de avenencia, buscando el consenso o el punto de encuentro, sin dejar de ser ente de concordia, respetando el ser individual de cada cual y asumiendo la cultura de la paz. Una tarea que puede tornarse difícil, pero a la que no debemos huir; no podemos andar en líneas paralelas toda la vida, nos desgastaríamos sin encontrar armonía.

Cuando expresemos nuestros deseos para la humanidad y hablemos de la búsqueda de la paz en medio de las diferencias, transformemos ese anhelo en un hecho real partiendo de nuestro propio espacio.