Santo Domingo 23°C/23°C clear sky

Suscribete

PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

Enero de 1933: Hitler canciller

Avatar del Listín Diario
Manuel P. Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

En la década de los 1930, Alemania vivía una crisis profunda, al igual que muchas otras naciones de Occidente. La depresión económica americana de 1929 golpeó rudamente la producción industrial alemana. El paro afectaba a 6 de los 65 millones de alemanes arruinando el comercio y derrumbando el consumo de los productos agrícolas. La política estaba en manos de tres fuerzas irreconciliables: social demócratas, comunistas y el partido de Hitler, el nacional socialista (Nazi). Hitler había sido derrotado en las elecciones presidenciales de 193 2por Paul von Hindenburg, apoyado por los católicos y los social demócratas. Al ver que los comunistas iban ganando terreno alcanzando por primera vez los 100 Así, en enero de 1933 surgía una nueva situación política en Alemania: Hitler era Canciller. Todavía el Partido del Centro de inspiración católica tenía una presencia significativa en el parlamento, pero los obispos católicos consideraban que peligraba la vigencia de los concordatos firmados entre la Santa Sede y Baviera (1924), Prusia (1929) y Baden (1932) (Nueva Historia de la Iglesia, V, 1984, 486).

¿Cómo se había manejado hasta entonces la jerarquía católica ante Hitler y los Nazis? A pesar de que Hitler y los nazis eran la segunda fuerza electoral desde 1930 con el 18. 3% de los votos en las elecciones parlamentarias alemanas, los obispos de Baviera prohibieron en 1931 a los católicos pertenecer al partido Nazi, pues su ideología era pagana. La condena había sido asumida por la Conferencia del Episcopado alemán reunida en Fulda en agosto de 1932 declarando que el programa Nazi era incompatible con la fe católica.

En su primer discurso radial del 1 febrero, 1933, Hitler prometía piadosamente hacer de la moral cristiana y la familia, las bases de la sociedad alemana y trabajar por unas relaciones amistosas con la Santa Sede. En las elecciones parlamentarias del 5 de marzo, los obispos pidieron a los católicos que votaran por el Partido del Centro y por el Partido del Pueblo Bávaro.

El 27 de febrero ardía el parlamento (Reichtag). Los Nazis fácilmente encontraron culpables a los comunistas, mientras Hitler con la aprobación de Hindenburg pedía poderes extraordinarios al parlamento para enfrentar la amenaza comunista. El asesor del partido del Centro, Padre Kaas, le expresó a Von Papen el 6 de marzo, el deseo católico de cooperar con el gobierno.

El 13 de marzo de 1933, Pío XI condenó el nacionalismo exagerado, pero en una clara alusión a Alemania, subrayaba ante todo el peligro del bolchevismo.

Cinco días más tarde, el Vice Canciller y artífice del ascenso de Hitler a la cancillería, Franz Von Papen, le pedía al Cardenal Bertam que la Iglesia Católica cambiara su política anti Nazi. El Cardenal pidió que Hitler diera el primer paso.

El “show” de Hitler no se hizo esperar. El 21 de marzo, “Día de Potsdam” Hitler proclamaba que el Nacional Socialismo podía jugar un papel en la restauración de la nación alemana e instaurar una cooperación entre la Iglesia y el Estado.

El 23 de marzo de 1933 Hitler obtenía del parlamento los poderes extraordinarios con el voto favorable del Zentrum Partei de inspiración católica. Hitler aprovechó para asegurar que las dos confesiones cristianas, la luterana y la católica eran la base de la nación alemana eran fundamentales para la nación. Muchos asocian este voto favorable con los trabajos hacia el Concordato. Historiadores del calibre de Hubert Jedin (1900 – 1980) han asegurado que “la Santa Sede no tuvo la menor influencia en la conquistas del poder por Hitler en la primavera de 1933” Manual de Historia de la Iglesia, 1984, IX, 114. Respecto del concordato, será otra historia.

El autor es profesor asociado de la PUCMM, mmaza@pucmm.edu.do

Tags relacionados