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Haití y la economía de los corderos

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Daris Javier CuevasSanto Domingo

La economía haitiana ha sido la más difícil de entender por los estudiosos, fruto de lo complicado que es su dinámica y donde la palabra estabilidad y crecimiento económico brillan por su ausencia ya que el desorden y la falta de credibilidad es lo que ha imperado en ese país, donde los grupos gobernantes, la clase política y las élites económicas solo actúan para acumular riquezas sin límites y destruir a los sectores económicos, no importándole la suerte de la población pobre que vive en condiciones infrahumanas y en la peor pobreza que cubre los 27.750 Km2 y una población superior a los 10 millones, donde solo el 3,8% es bosque.

El perímetro geográfico de Haití alberga la pobreza más grande del mundo, con 80% de la población, y una economía destruida fruto de la incapacidad gestora de quienes históricamente han dirigido a esa nación. Allí la pobreza y el color de piel han sido el negocio más lucrativos para los lobos que se han vestido de cordero, cuyas actuaciones van desde un joint venture con el narcotráfico, el tráfico de armas de fuego, blanqueo de capitales hasta la destrucción de las finanzas públicas por parte de esa clase gobernante y élite económica que han sido los reales verdugos de la destrucción de la economía, la institucionalidad y la democracia.

En Haití predomina un modelo económico y social que es el más inadecuado en la época actual fruto de ser dirigido, por mucho tiempo hasta la actualidad, por incapaces que no han logrado mirar un poco más allá de su afán por alcanzar privilegios y acumular fortuna de origen dudosos, tanto a lo interno como a lo externo, cuyos resultados han sido la reproducción de la miseria generalizada.

En su afán por alcanzar riquezas, las élites económica y gobernante de Haití no han ponderado que su actitud lo hace ser responsables netos de la suerte de su población ya que ni siquiera han podido plantearse la posibilidad de que puedan existir otras formas de relación de los seres humanos con su entorno y tan poco explorar el significado de otras alternativas de cómo enfocar un desarrollo social y económico para una vida digna para la población excluida de la riqueza que genera ese país. Por el contrario, esas elites lo único que han hecho es radicalizar sus ataques a Rep. Dominicana en el ámbito internacional de la manera más vulgar que su diplomacia únicamente sabe hacer.

Esa notoria y dolorosa actitud se expresa en que en los últimos 20 años su economía ha caído en un desastre total. Pues de acuerdo al Banco Mundial, la economía haitiana cayó a un ritmo medio de 0,2% por año durante la década de los 80, y se achicó un 0.4% más por año, durante los 90, quedando rezagada a niveles recesivos durante el período 2000-2014, cuya renta per cápita es de $480 anual, fruto del cual estas cifras desgarradoras, explican el porqué la población pobre recurre a emigrar a todas partes del mundo. En adición está el rápido crecimiento demográfico que agrava más los problemas económicos, así como la dificultad de producir suficientes alimentos y las barreras comerciales de los países ricos han afectado a las principales exportaciones de Haití del café, mango y Cacao.

Es en ese contexto que se puede entender mejor la posición número 148 que ocupa la economía haitiana en el orden del desarrollo humano. En cuanto a sus finanzas públicas, el presupuesto gubernamental es muy dependiente, en un 88.5%, de la ayuda exterior, en particular de EEUU, la Unión Europea y el Banco Mundial. Sin embargo, esta sufrió un fuerte revés a partir del año 2000, como resultado de la suspensión de la ayuda, por parte de USA, al comprobarse que el 70% de los fondos que donaba terminaron en los bolsillos de los funcionarios. Además de que el tráfico de drogas ha corrompido el sistema judicial y la policía.

Esa multiplicidad de malestar combinado con la ausencia de institucionalidad han hecho que las élites gobernantes y económicas no ayuden con el desarrollo humano de esa nación, y que han sembrado la semilla de su destrucción, lo cual se expresa en que tan sólo un 45% de la población puede leer y escribir, y más de la mitad carece de agua potable y energía eléctrica. Además, la mitad de la población está desnutrida, la esperanza de vida al nacer está por debajo de los 50 años, y las enfermedades fatales están en aumento. Por igual, la economía haitiana no produce los alimentos requeridos para su población, razón por la cual el 90% de estos son importados desde la Rep. Dom, principalmente las carnes, harina, pan, arroz, leche, huevo, pescado, salsa, grasas, azúcar, lo que ha sido un atenuante que mitiga la hambruna y la violencia en ese país. Es a esta realidad que los lobos le han sacado beneficios vistiéndose de cordero, haciendo negocios sobre la base del descrédito y las mentiras, y eso, absolutamente, es inadmisible.

El autor es economista

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