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PUNTO DE MIRA

Padre de tus padres serás

Este año he percibido una mayor actividad mercadológica para celebrar el Día del Padre. Esto se puede celebrar en cualquier fecha pero ubicar un espacio en el calendario aúna las iniciativas de preservar tradiciones.

También se va desterrando que es con recursos paternos que se les agasaja, porque las mujeres cada vez participan con mayor peso en la economía.

Este aniversario fi lial me puso también en contacto con un efecto colateral de la acción de tener hijos. En muchas parejas queda sabor amargo de ruptura y los hijos pagan las consecuencias.

Hay ocultamiento de los hijos y recriminaciones por tener nuevas parejas. Es tema delicado que hace sufrir a las criaturas que, calladas, muchas veces no saben explicarse razones por las desavenencias de sus mayores.

Los hijos siempre serán hijos.

No importa lo mal que se porten los padres o la edad que alcance la descendencia.

Por eso es una tontería hablar mal de uno de ellos o intentar secuestrarle el afecto.

Este Día del Padre registró una mayor actividad de reconocimiento hacia los hombres.

Es posible que las redes sociales jueguen lo suyo o que estamos avanzando hacia un nuevo esquema de valorización.

Yo estoy convencido de que avanzamos hacia una nueva forma de matriarcado.

La mujer tiene mayor participación en las decisiones sociales y su aporte trasciende el hogar para ser determinante en las decisiones. Esto seguirá avanzando. El lado femenil de la sociedad sigue de líder en su preparación intelectual y las consecuencias se verán. Además, como ellas y las abuelas son padre y madre en muchos casos, hoy le sale reintegro de afectos.

También en la juventud nos pasa inadvertido que con el paso de los años llega un momento que nos convertimos en padres de nuestros hijos y padres de nuestros padres. No solo por el aporte para su sostenimiento, porque la injusticia social deja abandonado a los mayores, sino porque tenemos que ocuparnos de la salud y su régimen de vida.

Sin percatarnos, comenzamos a vigilar que nuestros mayores no ingieran determinados alimentos, que hagan ejercicio y consuman sus medicamentos, porque los viejos nos convertimos en niños. Nos tornamos torpes, olvidadizos y sentimentales.

Extrañamos a nuestra descendencia y nos llena de gozo su contacto. En la memoria está la faz de nuestro viejo, su voz sigue viva, y calladamente nosotros enjugamos una lágrima por nuestro padre ausente.

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