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CON MIS OJOS

Los padres son fundamentales

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María Isabel SoldevilaSanto Domingo

Cuando lo veo junto a nuestros hijos pienso en el salto generacional que han dado los hombres de nuestra época. Él cambia pañales, baña de pies a cabeza, se levanta de madrugada a llevar al baño o a dar leche, a mecer y cantarle al que lo requiera.

Me enternece verle dormido, abrazado de nuestros retoños, papá protector, papá amigo, papá ejemplo.

Ser padre hoy se parece mucho más a ser madre que antes. Aunque cada progenitor representa algo distinto para sus hijos e hijas, el paulatino ingreso de las madres al ejercicio de roles que les estaban reservados a los padresproveedores ha hecho que en casa las balanzas comiencen a equilibrarse.

La generación de mi esposo, el padre de mis hijos, todavía desciende de hombres cuya función en la familia se correspondía más con la idea tradicional de padre proveedor de estabilidad económica, referente de orden y disciplina, infalible roble que todo lo sabe.

Hace apenas una generación, los papás tenían menos herramientas para demostrar afecto.

Me complace ver al padre de los míos, pródigo en besos y abrazos, aunque firme -a veces más de lo que me gustaría- en sus reprimendas.

No todo puede cambiar en una generación.

Si ellos hoy comienzan a romper esquemas, entiendo que en parte es porque intuyeron el gran amor de sus padres, demostrado en miradas de orgullo cuando lograban alguna meta, ojos ligeramente humedecidos el día de su graduación, sonrisas cómplices y secretos compartidos “de hombre a hombre”.

Un padre amoroso, compañero, responsable, respetuoso, modelo, tiene un impacto enorme, en la familia.

Dice la Encuesta Enhogar 2014, y ya la he citado antes, que apenas un 20% de nuestros pequeños conoce formas de disciplina que no implican golpes ni insultos. Un padre que crea en otras formas de educar genera nuevas dinámicas sociales.

El mismo informe muestra que solo 6.4% de nuestros niños y niñas de entre 36 y 54 meses disfruta de actividades en las que el adulto interlocurtor es su padre.

Papá es necesario. Fundamental.

Un padre que infunda respeto en lugar de miedo, confianza en vez de intimidación puede tender puentes entre él y sus hijos que contribuyan al crecimiento de todos y a una sociedad con una masculinidad más sana. ¿Qué es eso? Una construcción del ser hombre menos atada a los clichés del pasado que los convocan a ser infieles, mujeriegos, todopoderosos, sin lágrimas, incapaces de mostrar debilidad ni sentimientos.

Hay mucho que agradecer a los padres de la generación de mi padre, que empezaron la transición. Al mío le agradezco su disposición al debate, a sentarnos en la mesa a discutir las decisiones familiares, a valorarme como ente capaz de estudiar, trabajar, producir, intelectualmente equipada para ser igual que mis hermanos.

Aunque con más restricciones y cuidados por mi género, papá me dio cancha para volar con alas propias y confianza para emprender sueños. Eso cambia todo.

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