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EL BULEVAR DE LA VIDA

El futuro era ayer

“El problema de nuestro tiempo es que el futuro ya no es lo que era.”

La frase es del poeta y ensayista francés Paul Valery, y durante años ha inspirado los escritos de políticos como Felipe González, de periodistas como Juan Luis Cebrián, pensadores como José Carlos Mariátegui, y más recientemente de expertos en las nuevas herramientas tecnológicas y su influencia en la sociedad, como es el caso del profesor catalán y colaborador de nuestro programa, Dr. Antoni Gutiérrez. Uno mismo, desde esta dacha periodística había advertido más de una vez: “El futuro era ayer”, amor. Y todo esto desde el genio de la frase de Valery, quien muy posiblemente la encontró en los griegos que es donde se encuentra toda reflexión inteligente, incluida la que aún no se ha pronunciado.

Odebrecht y Novartis Lo cierto es que el mundo va al ritmo de un Iphone 6 y sin reversa. De repente, va el país nacional observando cambios, rupturas de esquemas, avances en el respeto a las minorías, un maravilloso Papa del carajo en lo suyo, y hasta en el tema de la lucha por la transparencia va rápido el mundo, va pasando el futuro. En Brasil, las autoridades apresan al presidente de la empresa de construcción más grande del continente, la Odebrecht, mientras en New York el gobierno estadounidense demanda a la farmacéutica suiza Novartis, a la que acusa de haber sobornado a médicos y farmacéuticos para que prescribieran medicamentos de la empresa y no productos rivales.

Francisco y el futuro de ayer Valery planteó el asunto desde la óptica pesimista que era lo suyo; por eso habló de ese futuro como “el problema” de nuestros tiempos; nosotros, en cambio, queremos mirar la copa medio llena, y ver cómo de repente, por ejemplo, anda el Papa de los católicos defendiendo las minorías, permitiendo que la Justicia de los hombres llegue hasta los oficiales de su iglesia (curas) si violan, no las leyes de Dios que es algo muy relativo, sino las de los hombres, y especialmente la que protege las dignidades y derechos de los menores. Aquí sabemos de eso, pues en el patio nacional, hasta la llegada de Francisco la impunidad estaba asegurada, lo que hablaba muy mal de una religión que predica la palabra del más justo y humilde de los líderes espirituales y políticos que conoce la humanidad desde Buda, o Gandhi más recientemente.

La política y el futuro De repente, los tres grandes partidos se unieron en un solo bloque, y las lealtades partidarias sucumbieron. Como el corazón garciamarquiano, la lealtad del votante tiene hoy más cuartos que una casa de putas. El pragmatismo clientelar y parasitario clavó sus fauces en el tejido electoral dominicano y ahora nada está seguro. No saben ya los partidos en qué pie están parados, pues en 72 horas pueden pasar del paraíso de sus caderas (el voto) al infierno de su indiferencia (el olvido). Si esto fuera poco, por encontrar salida a los mandamientos inhumanos de la sentencia del Tribunal Constitucional, el Ejecutivo hizo lo que nunca se había hecho y elaboró una Ley con su reglamento para naturalizar a los que ya la vida había naturalizado. Gracias al Plan de Naturalización del gobierno, los cerca de 25 mil dominicanos a los que el Estado dominicano con diferentes argucias pretendía despojar de su ciudadanía dominicana, han tenido la oportunidad de resolver su problema o están encaminados a lograrlo. De esta manera, por primera vez un gobierno se preocupa por la inviabilidad de un modelo económico (de producción de cultivos, de cuidado de edificios o construcción de edificios) basado y dependiente de una mano de obra indocumentada, sin derechos y sin Seguridad Social. Como ven, el futuro era ayer, y por Valery sabemos que ya no es lo que era. (Que la vida es solo una y ahora, amor, sólo una).

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