Tiempo para el alma

“¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! Ustedes cierran a la gente el Reino de los Cielos. No entran ustedes, ni dejan entrar a los que querrían hacerlo”.

Mt. 23: 13.

E n tiempo de Jesús, los maestros de la Ley, escribas y fariseos, eran grandes conocedores de las leyes y preceptos, reconocían también las tradiciones orales y eran severos en la promoción de las mismas. Pero había un detalle: no practicaban lo que predicaban. Mateo nos cuenta, por ejemplo, cómo Jesús asqueado por esta conducta dijo a sus discípulos y al pueblo: “Hagan y cumplan todo lo que ellos dicen, pero no los imiten, porque ellos enseñan y no practican”, y los llamó hipócritas. ¿Desaparecieron los escribas y fariseos? ¿Hoy en día son especie extinguida? Me miro y me pregunto ¿predico y practico o soy como esos que Jesús repudiaba por farsantes? Cuando me comporto como ellos, sucede algo atroz, como nos dice la lectura: cierro las posibilidades de salvación de los demás, pues con mi lamentable ejemplo muchos preferirán no buscar de Dios.