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EL BULEVAR DE LA VIDA

Una ley valiente y salvadora

Sana virtud, la de meter la pata El 30 de septiembre de 2013, uno expresaba en este bulevar su preocupación por los efectos que la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional tendría sobre nuestros compatriotas a los que despojaba de la nacionalidad dominicana. Esto, a partir de que esa sentencia ordenaba al Registro Civil de la JCE determinar mediante auditoría a sus libros, quienes, habiendo nacido en territorio dominicano, no eran dominicanos o residentes legales “por haber sido inscritos de manera irregular” en esos libros. Precisamente ayer, en su columna en este diario, el Dr. Leonel Fernández recordaba el número exacto de los dominicanos a ser afectados por dicha sentencia: 24 mil 392.

Era inaceptable La muerte civil de esos compatriotas era lo que la comunidad internacional no le iba a aceptar al Gobierno dominicano, que se vio en la difícil disyuntiva de irrespetar una sentencia de otro poder del Estado (el Tribunal Constitucional) o despojar de la nacionalidad dominicana a esos miles de dominicanos. Fue entonces cuando la maquinaria jurídica del gobierno se puso en acción y apareció “El Chavo” de la sensatez, la solidaridad y la responsabilidad ante sus conciudadanos, y que la Ley de Naturalización 169-14 sintetiza en sus artículos. Con esa Ley, el Gobierno reconocía el derecho a la nacionalidad dominicana de los afectados por la sentencia del TC, mediante unos requisitos claramente establecidos. Fue esa ley la que salvó al país y a su gobierno de cometer lo que sí hubiera sido un crimen de lesa humanidad, y de paso, evitó que tuvieran sentido y razón todos los epítetos que ahora, injustamente, medios, políticos y líderes de opinión mundial nos endilgan.

Comunicación política creativa y proactiva La comunicación ha de ser el eje transversal, el hilo conductor de toda acción política, y con ella como estandarte se debe de ser proactivo y no reactivo, o sea, actuar antes del golpe, poner candado antes del robo, prevenir para no tener que remediar, ¿comprende? Con su valiente Ley (primera acción responsable en este tema, de un gobierno dominicano en 37 años de democracia), el gobierno salvó al país de la hecatombe que en la opinión pública internacional le aguardaba ¡Y con razón! Pero inexplicablemente no fue proactivo, no tomó la precaución de salir por el mundo de las embajadas, universidades, ONG, organismos internacionales y medios de comunicación globales, a explicar lo que ahora, justo y después del “palodao” a la imagen del país a partir de malos entendidos, oportunismo, “condonmanía”, mucha ignorancia, “gadejo”, y/o mala leche, ahora va explicando detalladamente por el mundo, y que el citado artículo del Dr. Fernández resume brillantemente.

El meollo y la advertencia ¿Qué vamos a hacer como país para evitar que nuestra economía siga dependiendo de una mano de obra ilegal, y que las mafias de empresarios y funcionarios civiles y militares, continúen inundando el país de inmigrantes indocumentados? El asunto es grave y complicado. En un país donde el narco, el “guelfear” de una “botella” en el Estado y la prostitución, son la fuente de vida de millones de ciudadanos, y donde “parqueando” carros en La Zona un señor gana más dinero que picando piedras o sembrando arroz. En un país así el Estado debe decirnos si asumirá su responsabilidad de cumplir y hacer cumplir las leyes (incluidas las laborales y de migración), y si va a enfrentar a esas mafias tan poderosas como inhumanas. Quizá ahora, que para las elecciones de mayo, el gubernamental y gobernante PLD no sabe qué hacer con tanta popularidad y tantos apoyos de partidos, de viejos pobres mal-llegados y nuevos ricos bienvenidos, quizás ahora, es un buen momento. Pero estoy pidiendo demasiado. Los pueblos como los hombres sólo aprenden sufriendo, dijo alguien que ahora no me acuerdo, y no tengo tiempo de glooglearlo. De cualquier modo, queda aquí la advertencia. Con su permiso.

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