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La propuesta del doctor Molina Morillo

El Gobierno creó por decreto una Comisión de conmemoración del 50 aniversario de la guerra constitucionalista y patriótica de abril de 1965. Esa decisión implicó a todas luces un reconocimiento de la importancia de aquella gesta y la necesidad de recordarla, como ejemplo de entrega y defensa de los valores constitucionales y soberanos de la nación dominicana. La gran batalla cultural e histórica de narración sobre los hechos de abril, ha sido ganada con creces por los constitucionalistas, encabezados en el terreno militar por héroes como los coroneles Rafael Tomás Fernández Domínguez, Francisco Caamaño y Manuel Ramón Montes Arache, y en el plano político, por el profesor Juan Bosch, guía y símbolo de aquella hazaña portentosa de la dominicanidad, asistido en el proceso conspirativo en los cuarteles por el doctor José Rafael Molina Ureña, y en la tribuna pública por esa fuerza telúrica del liderazgo popular, reproductor de movilizaciones y tácticas de enfrentamiento político, que fue el doctor José Francisco Peña Gómez.

El doctor Rafael Molina Morillo, es uno de los paladines de la libertad de prensa e información, una especie de columna ética de la sociedad dominicana, director de la revista “Ahora”, que se puso al servicio de la Patria desde el inicio de la lucha constitucionalista, y cuyas instalaciones fueron asaltadas por una turba de fascinerosos, al servicio del grupo opuesto a la constitucionalidad democrática, fusilando a dos destacados funcionarios de esa revista, y que posteriormente, luego de concluido el conflicto de abril, presenció impotente, la voladura de las maquinarias de su propiedad, donde se imprimía la revista “Ahora”, acción ejecutada por un grupo terrorista anidado en la base de operaciones del sector contrario a la causa patriótica. El doctor Molina Morillo acaba de escribir una serie de consideraciones de hondo sentido reflexivo, comentado el anuncio del Gobierno dominicano, en el sentido de que la Organización de Estados Americanos (OEA) ha escogido nuestro país, para ser sede de su próxima Asamblea General en el año 2016.

En 1965, la OEA se prestó a legalizar la injusta y violatoria a los tratados internacionales y a la propia base jurídica de la institución, Intervención militar unilateral de Estados Unidos a nuestro territorio.

La OEA no solamente violó sus propios fundamentos, sino que habilitó el voto inexistente del embajador del Triunvirato, gobierno derrocado el 25 de abril, por lo tanto inválido en la primera semana de mayo, para con ese voto lograr la mayoría requerida y crear la Fuerza Interamericana de Paz, un adefesio jurídico, que legalizaba la intervención militar en nuestro país, desconociendo la legitimidad del gobierno constitucional en armas del coronel Caamaño. El asunto es que la OEA todavía no ha pedido perdón al pueblo dominicano. Aquella burda acción interventora fue repudiada por el mundo democrático y por el pueblo norteamericano y sus representantes, llevando al presidente Johnson, a admitir que había “metido la pata en Santo Domingo”.

Dice el doctor Molina Morillo: “Hoy años después, el Gobierno dominicano debió exhibir su dignidad, condicionando su solicitud de aceptación (¿?) para ser sede de la mencionada reunión continental, a una retractación histórica, tal como lo hizo por ejemplo, la Iglesia Católica con GalileoÖ después de haberlo condenado; o como hizo Alemania cuando inauguró en Berlín, en mayo de 2005, el monumento conocido como el Holocausto, en recordación a los judíos asesinados por los propios alemanes, en el marco de la Segunda Guerra Mundial; o como también en un gesto sin precedentes, el entonces Rey Juan Carlos, pidió disculpas, después del importante revuelo que generó su viaje a Botsuana a cazar elefantes cuando España atravesaba por una profunda crisis económicaÖ Hay que saber pedir perdón. Y también hay que tener vergüenza y amor propio para reclamarlo. Mientras la OEA no pida perdón, no merecerá nuestro respeto”.

Es de esperar que el presidente Danilo Medina, instruya a su Canciller, para que solicite con la alta dignidad histórica, que Juan Bosch lo hubiese hecho, que la OEA pida perdón al pueblo dominicano por la afrenta de prestarse a legalizar la intervención militar extranjera del 28 de abril de 1965. No tiene sentido la conmemoración ni la rendición de honores a los héroes de abril, ni la creación de la Comisión conmemorativa del 50 aniversario de la gesta, si no condicionamos esa reunión del 2016 de la OEA, a una disculpa histórica, y como bien dice el doctor Rafael Molina Morillo, nosotros debemos tener “vergüenza y amor propio para reclamarlo”.

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