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MUCHACHOS CON DON BOSCO

Defendamos la vida

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Juan Linares, SDBSanto Domingo

Para entender bien las cosas hay que ponerlas en su sitio y verlas de manera integral. Cuando nos parcializamos, podemos decir verdades, pero esas verdades se quedan a medias y estas son engañosas, peligrosas y dañinas. Si pretendemos crear opinión, es muy conveniente que lo hagamos con enfoques que lleven a crear una recta conciencia en el pueblo. Las opiniones que resaltan solamente determinados aspectos tienden a crear grupos y divisiones. Aplico lo anteriormente dicho al tema del aborto. Hemos de partir, respetar y conculcar los principios que son expresión del “ser” y que lo caracterizan, en nuestro caso la vida del ser humano. La vida del ser humano es vida desde que comienza hasta que termina. La dignidad de vida del ser humano goza de los mismos derechos, sea grande o sea pequeña, esté comenzando o esté terminando. Si la vida del ser humano en la tierra comienza en el momento de su concepción y termina en el momento de su muerte, en este período y en cada uno de los instantes de esa vida, esa vida es sagrada y hay que cuidarla. A quienes les toca legislar, les corresponde el sagrado deber de hacerlo sin convertirse en dueños de la vida y siendo verdaderos promotores de vida. La postura tomada por la Iglesia Católica, la ha expresado muy claramente la Conferencia del Episcopado Dominicano. Nuestros Pastores parten de lo que afirma la Constitución Dominicana: “el derecho a la vida es inviolable desde la concepción hasta la muerte” (Art. 37). Afirman los obispos: “La legalización del aborto es dictar pena de muerte a una persona, por demás indefensa, aunque ésta provenga de una violación de la que ella no es nada responsable, o bien pudiera tener alguna malformación”. Continúan diciendo: “Alabamos y hacemos nuestra la preocupación por la vida de la madre, pero seríamos excluyentes y discriminatorios si solo defendemos los derechos de la madre y condenamos a muerte al hijo que está en su vientre, que también merece del Estado, de sus progenitores y de toda la sociedad el derecho a la vida y a la salud, el respeto a su dignidad humana y a su integridad psíquica y moral, tal como establece el artículo 38 de nuestra Constitución”. Del mismo modo dicen: “El principio a tener en cuenta es que son dos vidas que están en juego. El Estado tiene el deber y la obligación de ser inclusivo, y legislar para salvar las dos vidas, no para salvar una y condenar la otra”. Es la conciencia de las personas que deben intervenir en cada caso, las que han de tomar, responsablemente, las decisiones. Recordemos que la base sobre la que debe sustentarse toda democracia, ha de ser la defensa de la vida humana y, por tanto, defender el derecho a la vida de los no nacidos es un derecho de la democracia. Madre Teresa decía: “El aborto es un homicidio en el vientre de la madre. Una creatura es un regalo de Dios. Si no quieren a los niños, dénmelos a mí”.

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