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UN MOMENTO

Ricos y riquezas

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Mons. Ramón Benito De La Rosa Y CarpioSanto Domingo

Cuando se habla de aquellos que se han enriquecido en base a los salarios de los demás, no pagando lo justo, nosotros oímos siempre exclamaciones en toda la historia de la humanidad en contra de esa práctica, y no digamos no solamente los que se llevan los salarios, sino de los que hacen de hombres y mujeres sus esclavos.

En esa situación, cómo no resonar, cómo no de repetir, cómo no dejar que en nuestros oídos resuenen y lleguen estas frases del apóstol Santiago, en el capítulo 5 de su carta, cuando él dice: “Los que se han enriquecido con los salarios de los demás, de ellos hay que decir que su riqueza está podrida y sus vestidos están apolillados, su oro y su plata están tomados de herrumbre, y su herrumbre será testimonio contra ellos y devorará su propia sangre como fuego, han acumulado riquezas en esos días y han acumulado riqueza que será también acumular males”.

Esta refl exión nos hace a nosotros mirar las realidades de hoy y volver a escuchar esta expresión: “Miren, el salario que no han pagado a los obreros que segaron sus campos, está gritando, y los gritos de los segadores han llegado al Señor de los Ejércitos”.

Hay un grito que clama, ese grito clama justicia, y se hará más tarde o más temprano. Dolorosamente hay que decir, que aquellos que legan a sus hijos riquezas sacadas del sudor de los demás, les dejan una riqueza maldita.

Lo mejor que pueden hacer esos hijos es devolver esa riqueza a quienes la hicieron, porque sino también se volverá contra ellos, porque no han recibido una riqueza bendecida.

El grito de los segadores, de los obreros, por los salarios que no se les han dado, son gritos que llegan hasta Dios y permanecen en la historia hasta que sean reparados los daños que se les han hecho.

Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.

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