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PENSANDO

Inseguridad detrás del sistema

Abrir los ojos frente a los peligros reales de la sociedad es entender el nuevo orden criminal. La corrupción coronada de impunidad es el principal logro de las mafias. Detrás de las operaciones de béisbol hay mafias organizadas, detrás de la industria del entretenimiento, por igual, ya que el chantaje y la extorsión abren oportunidades a ciertos talentos comprometidos con los mismos y en la política cohabitan los interlocutores sin escrúpulos acostumbrados a moverse en la sombra. En ciertos estamentos del sistema es impensable ganar las elecciones o conseguir un contrato importante si se ignoran las relaciones de fuerzas mafiosas reales. Este principio tiene su mayor virtud en sacudir las conciencias y abrir bien los ojos. Los escrutinios políticos no solo comprometen a electores, partidos, candidatos y programas. Los mercados económicos no solo se equilibran gracias al libre juego de la oferta y la demanda y a la competencia de los precios y la calidad. Existe otra mano criminal que incide en la implementación de la corrupción. Los tradicionales actores políticos y económicos “accionistas y agentes sociales”, entran en contubernio con el crimen organizado. Ese crimen que no solo se cierne sobre las libertades económicas y políticas, sino que también afecta a una gestión pública tan importante como es la conservación del medio ambiente. La práctica delictiva debe erradicarse no solo con voluntad política, sino con el empoderamiento de todo un pueblo. En ese orden, las mafias cambian nuestros esquemas, es decir, nuestros paradigmas. El paréntesis de euforia abierto con la desintegración del bloque soviético se ha cerrado de forma brutal con los atentados de Nueva York y Washington del 11 de septiembre de 2001. El mundo bipolar e ideológico era inquietante, pero también estable y previsible, ya que las dos súper potencias tenían la posibilidad de controlar la mayoría de los actores, primarios o secundarios, de la escena internacional. Pero en el presente, las nuevas amenazas están latentes en el diario vivir que afectan la estabilidad cotidiana de la familia, y por ende, la inestabilidad de la sociedad se vislumbra con gran escepticismo. En definitiva, debemos hoy defender nuestro entorno con una mayor energía para no caer inevitablemente en lo que parece ser la etapa que mas tememos frente a la inseguridad.

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