Recuperemos su sentido

El tema EDUCACION se ha banalizado. En un efecto paradojal, la frecuencia que cobra en los medios ha derivado en pérdida de la profundidad en los enfoques, trastocándose su sentido y haciéndola sinónima de otras actividades humanas totalmente diferentes. Se oye con estupor calificar de “revolución educativa” lo que por elemental lógica no es una REVOLUCION ya que de serlo implicaría el cambio radical del modelo; tampoco corresponde calificarla de EDUCATIVA, porque no actúa dentro de la naturaleza peculiar de la educación que tiene su propio campo, diferente a la construcción de escuelas o la retención durante ocho horas de estudiantes en la mentada “Tanda Extendida” de la que aún no se sabe en qué y para qué ocupan ese tiempo. Personas que no han sido nunca maestros, y no tienen la humildad de seguir siendo alumnos, pontifican sobre la educación, echando una mano a unos cuantos tópicos, a lo más reduciendo a cifras lo cualitativos del concepto lo que no osarían hacer si las pusieron a hablar por ejemplo de física cuántica. Es necesario un esfuerzo racional y nacional, por parte de Academias y de especialistas, para retener en la palabra y en la interpretación el verdadero sentido de la EDUCACION. Esa “aventura humana” como la denomina Platón a la que dedicó ese filósofo tantas reflexiones en “La República” y en los “Diálogos” ha adquirido desde que acompañó al primer hombre que enseñaba a su hijo a lanzar la flecha, un prestigio solemne. Es un desafío continuo a la inteligencia humana enfocar su complejidad, en la medida en que ha ampliado su campo de acción y las múltiples formas que adquiere. La ciencia y la tecnología, que son criaturas suyas, la obligan a su vez a recrearse, en un “boomerang” que se acelera dando vértigos. La Pedagogía, que durante años fue la ciencia que abarcaba su estudio, tuvo que pluralizarse, dio paso a las Ciencias de la Educación, entre ellas la Andragogía, cuando UNESCO y Jomtien extendieron los límites y nos permitieron seguir creciendo hasta la muerte con la educación para todos, toda la vida. Una multiplicidad de áreas especializadas crece dentro de la matriz prolífica. Quizá esa expansión en tantas y variadas responsabilidades facetadas, confunde, induce a enfocar, y solo superficialmente, una pequeña parte de alguna de ellas. En el comentario, en la opinión, se encuentra ausente el enfoque holístico, también falta el talante respetuoso y severo con el que debemos tratar los asuntos educativos. Un instrumental compuesto por lecturas, estudios, experiencias y reflexiones serias, previamente adquirido, es indispensable sobre todo para fundamentar la crítica y proponer cambios. Dentro de ese repertorio de saberes que facilita evaluar la educación en un lugar, en un estadio en un momento dado, por ejemplo, el estado de situación educativo, aquí y ahora, en RD, es indispensable conocer la HISTORIA, más bien, las características sucesivas, prioridades incluidas, que ha ido asumiendo la educación a través de un período de tiempo, en un espacio geográfico determinado. Un lapso conveniente podrá ser la segunda mitad del Siglo XX cuando el pensamiento pedagógico fue rico y abundante. El espacio, no solo nuestro país, sino el Continente en que la geografía nos enclava: un contexto al que debemos referirnos, porque nuestra diversidad no alcanza a hacer diferentes nuestras desgracias. Parafraseando al poeta, para saber dónde vamos, en educación tenemos que conocer de dónde venimos. Ni inventos delirantes, ni trivialidad en el análisis. La educación, nuestra educación en particular, requiere de seriedad, en las estrategias de PLANIFICACION y de IMPLEMENTACION. También en sus enfoques y comentarios. Para perforar la epidérmica forma en que la estamos enfocando, reitero que debemos, con humildad y entereza, acudir al estudio, a la reflexión ya luego, las propuestas bien fundadas. Voy a sentarme, la primera, en el pupitre para luego escribir algunos En Plural sobre mis conclusiones, algunas de las cuales, por cierto, ya he adelantado este sábado.