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El destino de la Patria debe ser preservado

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MIGUEL ANTONIO FIALLO CH.Santo Domingo

Hay países cuyo propósito en el planeta trasciende el razonamiento humano. Personalmente pensamos que República Dominicana es uno de ellos. No es chauvinismo a ultranza, son percepciones de verdades que se evidenciarán algún día cuando las cortinas etéreas de las verdades sempiternas sean descorridas.¡Ojo avisor! Hoy la República Dominicana como nación libre, soberana e independiente está zozobrando. No es paranoia, no es racismo, no es fantasía. Cada día hay eventos, algunos subliminales, otros más evidentes y otros malignamente reptantes que evidencian toda una acción intencionalmente orquestada para aniquilar nuestra identidad nacional. Eventos locales, internacionales, de orden político, racial y hasta religioso, se ciernen como nubes pesarosas entre República Dominicana y Haití. Nubarrones que ensombrecen la diafanidad de nuestras históricas relaciones -no siempre amistosas, pero las más de las veces ingenua y asombrosamente benevolentes. Analicemos fríamente como los frentes se multiplican y no al azar. Varios años atrás todo comenzaba con una idea que se propagaba: Que “teníamos un antecesor común”, que “nuestras raíces eran afro-antillanas”, que “debíamos hermanarnos con nuestros antecesores comunes...”. Sólo un desconocimiento burdo de la historia racial de la isla y/o una estrategia maliciosa y perversa podría mantener esta concepción absurda, pero no es nuestra intención, al menos en esta entrega, hacer una digresión de la dinamia antropológica de nuestros indígenas con la mezcolanza racial española y la llegada “tangencial” de elementos foráneos a nuestra cultura provenientes del continente africano. El problema migratorio fruto de eventos políticos y hasta telúricos del vecino país, precipitó un caldo de cultivo fabuloso para la premeditada empresa de las grandes potencias que con arrogante actitud e irresponsable egoísmo, encuentran cada día una salida maravillosa al problema que le representa un grupo racial que invade sus lares y que por razones del destino, poco tiene que aportar a sus culturas. Hoy ya tenemos los nubarrones de la infamia encimaÖ La comunidad internacional pagada y embrutecida por la propaganda goebbeliana nos etiquetan de racistas y segregacionistas. ¡Oh, injusticia humana!... La República Dominicana ha sido un manantial inagotable de sostén para nuestros conflictivos vecinos, que de no ser por nuestra nación, que olvidando las actitudes bélicas y hasta sanguinarias de un pasado histórico, ha acudido siempre al lamento hambriento del sufrido coterráneo. De no ser por nosotros los dominicanos, ese sufrido pueblo hubiera sucumbido a la total exterminación, devorados, admitémoslo... ¡¡por sus propias fauces!! Es hora de que despertemos de este letargo; hora de que miremos atrás la historia de nuestro pueblo, recordemos la base de nuestros símbolos patrios. ¡Defendamos nuestros valores autóctonos y cristianos, abandonemos las ingenuidades tontas y débiles, y nos unamos en la defensa del suelo patrio! El insólito homenaje al funesto Dessalines no es casual, es un eslabón de una cadena de eventos que “tantean” nuestra capacidad de reacción No nos engañemosÖ República Dominicana está en peligro. Hay una amenaza subterránea lamentablemente invisible para muchos. El que piense que el lema de Toussaint Louverture de “Una Isla Única e Indivisible” es tema ya olvidado por el Estado vecino, es un pobre y peligroso ingenuo o, en el peor de los casos, busca con la idea de propagar el olvido del emblema de la constitución haitiana, que todos los dominicanos bajemos la guardia, seamos atrapados indefensos en nuestra ancestral “bona fide” y así, ser deglutidos por las gargantas infernales de los enemigos de Dios y de la Patria.

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