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DE CERCA

Así estamos los dominicanos…

Como si se tratara de una escena de una película de terror, un hombre armado entra a la cabina de una estación de radio en San Pedro de Macorís y termina con la vida de dos profesionales de la locución y el periodismo, hiriendo también a la secretaria de la estación… A plena luz del día, en medio del agitado ritmo de la faena laboral.

He leído y escuchado varias versiones que señalan que la muerte de los comunicadores podría tener vínculos con los comentarios que ambos emitían sobre una problemática social de San Pedro de Macorís. Ya el victimario no está para darnos su versión. Pero, ¿y acaso no es ese el rol del comunicador? Denunciar los actos que atenten contra la sociedad. Este lamentable caso ha llenado de indignación a todos los dominicanos conscientes. Así estamos los dominicanos presos de nuestra propia libertad. ¡Llenos de miedo! La delincuencia ha sobrepasado los límites a tal forma que no estamos seguros en ningún lugar ni en ningún momento del día. Todos estamos aterrados, cada esquina es un escenario potencial de peligro.

Las calles están llenas de armas de fuego, que nadie sabe de donde salieron, pero que, evidentemente, están en manos de personas capaces de cualquier acción. En los grupos de trabajo o familiares se habla de historias de robos y atracos como un tema natural, y poco a poco nos hemos convertido en una sociedad que mira con frustración como se ha perdido la seguridad de la que tanto presumían nuestros abuelos. Los delincuentes se han organizado. Los medios de comunicación y las redes sociales están atestados de titulares que reflejan el alto índice de delincuencia e incertidumbre que vivimos. Y para nadie es un secreto que muy poco se ha hecho para enfrentar este mal. No quiero parecer pesimista, pero honestamente ¡tengo mucho miedo!, no estoy tranquila cuando dejo mi hijo en el colegio o cuando voy al salón de belleza. No me siento segura en un centro comercial, ni siquiera parada en un semáforo.

Agradezco a Dios cada noche cuando por fin todos estamos en casa. ¡Que lástima ver que la gran mayoría de los que delinquen son jóvenes! Sí, es cierto que la desigualdad económica y la falta de oportunidades tienden a aumentar la desesperanza de quienes ven sus sueños congelados, pero es aquí donde el entorno familiar juega un papel protagonista.

Somos los padres los llamados a orientar a nuestros hijos, acercarlos a Dios y enseñarles a respetar el valor de la vida. Las estadísticas hablan de números alarmantes, los modelos sociales de éxito y prosperidad se han desvirtuado de su esencia, y lamentablemente cada vez son más las víctimas… Para nuestra suerte este país también está lleno de jóvenes valiosos. Cada día vemos ejemplos en diferentes ámbitos sociales que nos llenan de orgullo y esperanza.

La buena noticia es que somos muchos los que queremos vivir en paz, muchos los que nos levantamos cada día a trabajar honestamente, y somos muchos más los que estamos dispuestos a defender la patria por la que Duarte luchó.

¡Hasta el Lunes!

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