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CRÓNICA LIGERA

¡Mi 2016!

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Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

He escrito en varias ocasiones que el 2016 ha sido un buen año para mí. Hoy al pasar balance puedo resumir sus días como de crecimiento y satisfacción personal, pero sobre todo, hay resultados tangibles de lo que vislumbré, desde que asumí una postura diferente para enfrentar los 366 días que me quedaban por delante. ¡Lo primero era vivir! Lo segundo, haciendo lo que me gusta. Y para llegar a esa conclusión debía enfocarme y no diversificarme. A veces eso resulta difícil. Inicié renunciando a muchas cosas para continuar con mi plan de vida. Tomé el control y al cabo de unos días me di cuenta que muchas veces somos nosotros mismos nuestro principal obstáculo para avanzar hacia el destino de un sueño. Poniendo excusas, justificando compromisos y acusando al tiempo. Eso me hizo reaccionar y entender que aprender en cualquier etapa de la vida no tiene edad, ni es cuestión de moda. Lo que si puede tener fecha de vencimiento es un objetivo. Descubrí a que dedicarme e identifiqué mis talentos. Salí a contarles a otras personas algo de mis vivencias y encontré eco en las internas de Najayo y en jóvenes de La Romana. Soy una mujer con deseos claros. Soy periodista y he asumido mi carrera con pasión, entrega y mucha responsabilidad. He emprendido algunos proyectos, que han dejado en mí una grata experiencia, de igual manera me han dado una fuerza increíble para luchar y enfrentar la vida. Me volví una mujer súper positiva y encontré una razón dulce a cada situación por más difícil que haya sido. Asumiendo que todo lo que Dios permite es necesario. Viví 93 días fantásticos gracias a un “frito verde”. Anduve con el corazón acelerado y algunas maripositas en el estómago. Así como usted lo lee. Lo conté y lo escribí porque soy de las que cree que no hay nada más enriquecedor y sanador que poder expresarse y con esto viene la libertad del alma. Desde ese momento me cuido de los hombres inteligentes, que saben hablar y escribir. Trato de ser precavida con los que conocen los gestos, ademanes y movimientos involuntarios del cuerpo, esos que saben de anatomía femenina... Ya soy una “cuarentona” que es Igual a una mujer en su punto, que sabe de valor. Es ahora donde la calidad tiene más importancia que la cantidad, porque lo que vale es cómo te sientas, qué tan ligera sea tu carga y qué tan sano esté tu corazón. Así he aprendido a celebrarlo todo. Porque vivir es un lujo. Y mi amor propio, es alto. Porque mi valoración me la doy yo, para eso no espero a nadie. Y no es que no tenga mis heridas, simplemente creo que el luto es en el alma y hay que asumir los retos, aunque admito que no tengo un corazón a prueba de balas, pero mi paz interior no es negociable. Por lo que asumo mi dolor y he aprendido a decir adiós. Vivo mi presente, me reconozco como “mujer curvi” que se ha puesto de moda. Y hoy sé que debo salir con mis amigas dos veces por semana. El título de algunas de mis columnas de este año dio este resultado. ¡Feliz Año Nuevo! Con el poder de Dios nos leemos la próxima semana.

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