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DE CERCA

Estado actual: Madre alarmada

Como si se tratara de un espeluznante episodio de una película de terror, he seguido a través de los medios de comunicación la triste noticia del hallazgo del cadáver de la niña Carla Massiel Cabrera, de tan solo 10 años de edad, quien fue reportada desaparecida en junio del año pasado. Según han planteado en diferentes artículos los periodistas inmersos en el tema, de acuerdo a las investigaciones la niña fue secuestrada y asesinada para extraer sus órganos sanos, que luego, supuestamente fueron vendidos a una clínica de la zona oriental, al parecer dedicada al negocio de la compra de órganos humanos. El centro médico ya fue intervenido por los organismos correspondientes.

Pero la pesadilla no termina. Los estudiosos del caso tienen elevadas sospechas de que en el perímetro donde fueron encontrados los restos, que se cree pertenecen a la pequeña, podrían haber otros cuerpos enterrados. El acusado de la desaparición de la menor tiene otro proceso abierto en su contra por agresión sexual en contra de dos hermanitas de 5 y 6 años de edad. El director del Instituto Nacional para Coordinación de Trasplante, Fernando Morales Billini, afirmó que es prácticamente imposible realizar un tráfico de órganos criminal de ese tipo, y que muchas veces, cuando se habla de niños raptados para traficar con sus órganos son solo “leyendas urbanas”.

Yo desconozco que tanta realidad exista en este tema, ni poseo el conocimiento necesario para emitir un juicio profesional. Entiendo de la importancia de donar órganos y hace muchos años firmé la autorización para que mis córneas fueran donadas al morir. Esta es una decisión libre, personal y adulta, que se realiza en el contexto de una reflexión interior. Ser donante es, después de la vida o en circunstancias especiales en vida, la mayor muestra de amor al prójimo. Me lleno de horror al pensar que esta inocente infante pudiera ser víctima de una acción tan cruel, y más aun de saber que en cualquier esquina de este país pueda yo estar parada al lado de una persona capaz de cometer tal crimen.

Tengo, como muchas otras mujeres, un hijo que dejo cada día en el colegio y que deseo, con el corazón en las manos, ir a buscarlo y encontrarlo intacto. Si bien es cierto que los trasplantes de órganos y tejidos constituyen el avance terapéutico más importante en los últimos 50 años en el campo de la ciencia de la salud, constituyendo una valiosa esperanza de vida, también es real que cada uno es dueño de su cuerpo y sabrá que parte ceder de él. Ya demasiada presión es todo el panorama político y social al que nos enfrentamos día a día en nuestro país, para ahora, como si fuéramos parte de una escena maquiavélica, tener que estar protegiendo a nuestros hijos de que sus órgano sean robados. Me destroza el alma pensar en esa niña.

Será que ahora se pondrá de moda destruirnos mutuamente y vendernos por pedazos… ¡Dios nos ampare! ¡Hasta el lunes!

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