¡93 días después!

Acrópolis Center es un lugar seguro

¡Hola, buenos días! Con el poder divino de nuestro Señor Jesús nos encontramos esta semana. Han pasado 93 días después que un frito verde cargado de espontaneidad y ocurrencia diera un giro a mi vidaÖ

Cosas que pasan sin tener un guión establecido, salvo que sea una decisión divina. Y es que es difícil creer cómo un frito verde en solitario hiciese que se me acelerara el corazón, la presión arterial me aumentará, la piel de mis pómulos se enrojeciera e inmediatamente se inhibiera mi estómago. Es la situación menos apropiada para descubrir que las maripositas, que una vez habitaron dentro de mí y yo creía que habían muerto en un accidente de hacía muchos años, sólo dormían. La noche no invitaba a una cita amorosa, sino al encuentro de dos personas que a ritmo de unas copas de vino tinto estaban dispuestas a compartir experiencias profesionales, esas que permitieron un acercamiento hacía solo unos meses.

Sin embargo admito que después de un tiempo prudente comencé a identificar mis padecimientos y llegué a la conclusión de sentirme atraída o simplemente enamorada. Para luego preguntarme si existe el amor a primera vista o era un sentimiento de atracción que afloró por las circunstancias. Son interrogantes que me hago ahora, en frío, a ritmo de ‘ruin ruan’ de una hamaca, con una copa en manos y en compañía de la luna llena, que radiante y feliz me permite repasar esos momentos. Lo analizo con el único propósito de saborear esa sensación de felicidad, que me envuelve, es una magia especial, capaz de cambiar el escenario, hacerme danzar bajo la lluvia o disfrutar de mi burbuja que como cualquier video sólo hay que darle a “play” y de inmediato se recrean en la pantalla de mi mente agradables recuerdos que viven en mi memoria, los cuales me ayudan a vivir instantes de éxtasis como aquella nocheÖen donde las miradas, las sonrisas y los gestos provocaron una agradable sensación que terminó liberando un proceso incontrolable que dio paso al flechazoÖ ¡Oh el amor! Cómo compruebo que las cosas nos llegan cuando no esperamos nada y actuamos con el alma libre, limpia y sana, lo que nos permite estar preparados interiormente para recibir. Mi vida cambió justo cuando dejé de esperar y ajusté mis expectativas a mi realidadÖ ¡Vivo mi presente! Que nada, ni nadie nos límite para poder tener el valor de dejar de lado el miedo a amar y ser amada, porque cada relación es un viaje de vivencias que nos lleva de las manos a acumular experiencias, por lo que debemos procurar que el libro de nuestras vidas acumule buenas historiasÖ

No sé si serás el amor de mi vida, pero mientras me dure disfrutaré amándote, pues aun no tengo la certeza de llegar a mañana.

¡Vivir debe ser nuestra prioridad! ¡Será hasta la próxima semana, si Dios lo permite!