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DE CERCA

Pedro Martínez en el Listín

Era lógico que el anuncio de su visita a las instalaciones del LISTÍN DIARIO generara emoción y revuelo. Por dos días consecutivos fue el tema de los pasillos y los departamentos.

No es para menos, Pedro Martínez inmortalizó su nombre en el deporte cuando, en enero pasado, fue exaltado al Salón de la Fama de Cooperstown de las Grandes Ligas, convirtiéndose en el segundo dominicano en recibir este reconocimiento.

Confieso que no soy aficionada del béisbol, pero como buena dominicana aplaudo con euforia el logro de este lanzador quisqueyano, y me llena de orgullo y satisfacción compartir su nacionalidad.

Amable, simpático, atento, llegó a nuestro edificio sin pretensiones ni poses. Saludó uno por uno a todos quienes se acercaron para recibirle, solicitarle un autógrafo o tomarle una fotografía, dejando el rastro de que la humildad es un valor que lo enaltece.

Hago una ovación de pie ante la sencillez de este hombre que declaró, en el contexto de la entrevista, que de todas las bendiciones recibidas solo quitaría la fama, “No quiero que miren la placa sino lo que significa para el país, quiero enseñarle a la gente lo que podemos lograr cuando trabajamos con pasión”.

Un hombre agradecido que disfruta los dones de la naturaleza, “Disfruto más que cualquier otra cosa la unión de las aves encima de un árbol, el hermoso cielo azul y el verdor en todo el esplendor de la naturaleza”, fueron palabras expresadas en el encuentro.

No proviene de una familia adinerada, pero sí unida.

Durante su niñez no tuvo un moderno juego de video, pero sí una madre que le acompañaba a realizar sus tareas escolares. En diferentes entrevistas ha valorado la crianza que recibió de su progenitora y su hermano, que ha sido un padre para él. Pedro Martínez es un ejemplo de lo que se puede lograr a través de inculcar a nuestros hijos valores morales, dedicarle tiempo y comprometernos a guiarlos en el camino de la vida. Tiene talento y un don especial, es cierto. Ha tenido suerte también, pero igualmente importante para alcanzar el éxito, ha sido el equilibrio que le ha proporcionado una educación en valores, la disciplina y el trabajo arduo.

Un ser humano que no ha perdido la esencia porque está seguro de quién es y, si bien en el camino no todo ha sido color de rosa, Martínez ha sabido mantenerse intachable en el trayecto, y ha colocado a Dios como guía de sus proyectos.

Lo que más me sorprende y me agrada es que, consciente de que ha marcado una huella en la historia, no presume de ello. Y con la naturalidad de cualquier mortal expresó con una inmensa sonrisa a su llegada al Listín Diario, “¡Gracias por dejar sus escritorios para venir a saludarme, hoy Pedro es del Listín”. No conozco mucho de estadísticas de pelota, pero ya sé porque le llaman “El Grande”.

¡Hasta el lunes!

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