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DE LIBROS Y LIBRERÍAS

La moral en el ejercicio de la función pública

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María Antonietta RonzinoSanto Domingo

Mario Álvarez D. y José A. Silié Gatón

El escándalo desatado por el caso Odebrecht, nos recuerda cátedras ofrecidas por el profesor José A. Silie Gatón, y el texto escrito por él y don Mario Álvarez D., en el que este último señala que cuando Trujillo muere, la noche del 30 de mayo del 1961, el Gobierno dominicano contaba con una burocracia de primer orden, con una corrupción administrativa minimizada a nivel de dependencias gubernamentales aunque maximizada en un despacho del Palacio Nacional. La corrupción administrativa que durante alrededor de tres décadas estuvo centrada en unas manos que estrangulaban un país. Comenzó a diseminarse, estimulada desde las alturas del poder.

En el primer gobierno del Dr. Joaquin Balaguer se logró un gran respeto por las instituciones del Estado, con las excepciones de quienes no respetan ni respetarán la ley. Y, como se le dio licencia de corso, muchos servidores públicos dieron notación de una gran facilidad para medrar el erario público en provecho propio, a tal punto que, el presidente de la República asqueado un día de sus propios colaboradores, no pudo menos que declarar públicamente, al denunciar aquellos 300 millonarios hechos en su gestión de gobierno. Con esta declaración asentió respecto a lo que bochornosamente el pueblo contemplaba con estupor.

Terminados esos tres períodos de gobierno desacreditado, surge en la dirección de la cosa pública la figura honorable de don Antonio Guzmán. Su gestión gubernativa en lo personal fue ejemplar; pero sencillamente, algunos de sus colaboradores no fueron honestos e incuestionablemente lo acorralaron en la más penosa de las trampas, haciendo aparecer el veneno de la corrupción en un gobierno que él había prometido al pueblo de que sería honesto. Después el licenciado Jacobo Majluta, en quien recayó la presidencia, abrió investigaciones sobre la corrupción.

Es como si el país viviera un apocalipsis abismal, como si todos los negros sentimientos que anidan en las negras profundidades de las almas brotaran esparciendo asquerosidad y pudrición por doquiera. ”Hay que ocuparse de la corrupción del mismo modo que nos ocupamos del hambre, del desempleo, del analfabetismo, del déficit habitacional, etcétera, y hay que apresurarse para no quedarnos sin país por la ausencia de recursos, ya todos podrían estar en las cuentas de los funcionarios que se suceden en la administración de la llamada Cosa Pública. Estamos asombrados por el deterioro que se refleja en la sociedad que arrastra e involucra el comercio, la banca, la iglesia, los sindicatos y todos los estratos sociales, por cuyo bienestar colectivo debemos velar. Solo perdurarán el honor, el nombre y la gloria.

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