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¿QUIÉN ESTÁ EDUCANDO AL PUEBLO?

“La madre, ¿persona o víctima? ¿soledad o compañía?”

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Maruchi R. De ElmúdesiSanto Domingo

Mes de mayo, mes de las flores, mes de la Virgen, mes de las madres, y además es el domingo de la Ascensión del Señor. Pero, en nuestro país celebramos el Día de las Madres, y esto nos mueve a reflexión.

La mujer, ¿ha sido verdaderamente reivindicada, o sigue siendo la desprotegida, la incomprendida, la explotada, la abusada?

Cuando Dios creó a la mujer, dice el Libro del Génesis, en el cap.2, vers. 18 “que no era bueno que el hombre estuviera solo” y le creó una “ayuda adecuada”, una compañera.

Cuando una mujer acepta convertirse en una “víctima, en una esclava” dentro de su relación matrimonial desaparece el sentido primordial del matrimonio, que es el amor: una fuerza profunda que lleva a aceptar al otro como es y a ser reconocido por el otro como se es, sin máscara, al desnudo.

Entonces comienzan los problemas: Ella es la que carga con toda la cuota de responsabilidad, la que asume que toda la culpa es suya. Y los demásÖ tan felices! Pero, ¿y ella, qué? Entonces surge el problema mayor: Y es cuando ella decide que no, que se acabó, que ella es compañera, que tiene derechos, que también merece respeto (de su esposo, de los hijos, de la sociedad). Que está bueno de abusos.

Entonces, ya los demás no están tan felices, y comienzan las incomprensiones.

No es fácil aceptar al otro como es, y menos, aceptar que el otro también tiene derechos, prerrogativas. ¡Qué difícil es amar!

Es más cómodo el que yo solo tengo la razón, nadie más.

Dios le dio importancia a la mujer desde el comienzo del mundo y Jesucristo, su hijo, el hijo de María, en una época y sociedad tan machista como era, reconoció a la mujer y le dio su justo valor (parece que no han pasado 2,000 años de cristianismo).

Y cuando Dios creó la compañera del hombre, el hombre con su egoísmo habitual fue quien decidió hacerla su víctima, su esclava. Y la mujer se lo creyó, se lo creyó tanto, que ha seguido formando a sus hijos con la misma “mentalidad”. Y seguimos transmitiendo un mensaje erróneo en cuanto a lo humano y en cuanto a lo divino, de generación en generación. ¿Por qué seguimos cometiendo los mismos errores al cabo de tantos siglos? ¿Cuándo vamos a reconocer que la maternidad es algo compartido con la paternidad? Que somos padres ambos, nos guste o no, ¡nos hayamos equivocado en escoger la pareja o no!

Y seguimos actuando con el egoísmo y la soberbia de nuestros primeros padres. Seguimos actuando sin pensar, como los animalitos, por instinto, por pasión, no por reflexión, por comodidad, no como misión. ¡Qué pena!

Siendo cristianos estamos desbaratando el plan de Dios, donde nunca estuvo la madre soltera, el padre irresponsable, la “débil compañera” o “la esclava ejemplar”. Eso lo hemos decidido nosotros con nuestras debilidades, con nuestra falta de amor y de perdón. El amor de la pareja es a lo que deben aspirar los jóvenes de hoy y de siempre, no el mercantilismo de los cuerpos. Madres, padres, unidos vamos a luchar por restaurar el papel de la madre en toda su magnitud, pero una madre que no esté sola, una madre compañera para toda la vida, porque nos hemos esforzado en el compartir “alegrías y penas, riqueza y pobreza, salud y enfermedad, todos los días de nuestra vida.” Vamos a pedir al Señor que nos envíe al Paráclito, al Espíritu de la Verdad, ahora que sube a los cielos y que se quede siempre con nosotros, para que podamos cumplir con nuestra misión en el mundo de hoy. Amén

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