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REFUGIO

Como el árbol fuerte

Todo pasa, nada en la tierra en perecedero. Y justamente, es lo bueno de la compleja tarea de vivir, que nada es permanente, todos somos inquilinos de un mundo imperfecto y en constantes cambios.

Olvidar que nada dura para siempre es muy común, estamos inmersos en la vorágine de la vida, y nos dejamos atrapar por la ilusión de que todo es duradero. A todos y todas nos pasa.

Los tiempos malos se acaban, los tiempos buenos también. Hoy estas arriba, mañana abajo, en metafísica hay un precepto que se denomina la Ley del Péndulo, esta dicta lo siguiente: Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avances y retrocesos; todo asciende y desciende, todo se mueve como un péndulo, la medida de su movimiento hacia la derecha es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda, el ritmo es la compensación”.

No podemos andar por la vida pensando que esto no se cumplirá. He visto personas humillando, arrastrando, hundiendo a los demás. Andando equivocados pensando que siempre estarán en la misma posición.

También hay quienes se les olvida, como dicen los viejos “guardar pan para mayo” y desperdician dinero, derrochan fortunas que luego necesitarán. He conocido historias de personas que lo han perdido todo por no pensar en el futuro.

A veces nos suceden cosas negativas, una tras otras y creemos que son eternas, que nunca vamos a salir de una, pero como dice un refrán “cuando más oscuro se pone la noche es cuando va amanecer”. El secreto está en dejar fluir, estar quietos y quietas, porque si no tenemos las herramientas para resolverlo en ese instante, para qué agobiarnos.

Entender que todo pasa por alguna razón y que siempre hay tiempo para sacarle el provecho a los momentos buenos y malos. Todo pasaÖ hay que ser como los árboles que se doblan con el viento para aguantar las tormentas.

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