Santo Domingo 23°C/23°C clear sky

Suscribete

FÁBULAS EN ALTA VOZ

Cualquiera se puede equivocar

Errar es de humano. Vale equivocarse y vale levantarse. A qué escritor no se le ha ido una falta ortográfica, a qué rezador no se le ha saltado una cuenta en el Santo Rosario, a qué contador no se le ha ido un número de más o de menos, qué árbitro no ha cantado un ‘out’ por un ‘safe’ o viceversa... El ‘error’ no está en que yerres, sino en que no aceptes que te equivocaste.

Cuando no eres lo suficientemente honesto para decir un simple: “Lo siento”, tampoco lo serás para resarcir ‘una metida de pata’. La grandeza del hombre está en su humildad, y apelar a ella siempre surtirá los mejores resultados. El tema lo traigo a colación porque en este mundo convulso en el que vivimos, se ha convertido en un mal común el no aceptar las responsabilidades de nuestro actos. Es fácil evadir compromisos, pues al menos en la política, somos otros los que pagamos las consecuencias. A mí de manera particular, me indigna ver cómo sobre los hombros de las mujeres y de los hombres trabajadores de este pueblo ha caído el peso de los ‘errores metálicos’ cometidos desde antaño por políticos que, a lo largo de los años han intensificado sus gazapos. Para aplacar un poco lo que ocurre en este país en ese sentido, me fui a una ciudad fabulosa donde tienen bien claro que es de sabios admitir un error, pues desde que se acepta queda evidenciado el primer paso para resarcirlo. Jamás desvisten un santo para vestir otro porque saben que para hablar mentiras y comer pescado hay que tener mucho cuidado. Allí no inventan con eso de silenciar bocas para evitar un escándalo. Lo que aplica es ser diáfano en cualquier esfera de la vida nacional. Eso garantiza la credibilidad, la confianza y el respeto hacia quienes conducen los destinos del pueblo. En ese lugar no importa que te equivoques, lo que cuenta es que lo aceptes y que si hay que pagar por ello, lo hagas aunque sea tras las rejas.

Tags relacionados