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REFUGIO

La culpa

Buscando una definición objetiva, la palabra culpa se describe como la experiencia desagradable que se siente al romper las reglas o por el pensamiento de cometer dicha transgresión. La Real Academia de la Lengua Española señala que es la imputación a alguien de una determinada acción como consecuencia de su conducta.

Mi esposo me dice que cuando él muera quiere tener un ‘hoyito’ para ver a quién yo le voy a echar la culpa de todos mis problemas. Lo cierto es que, saber que se ha cometido una falla es tan incómodo y pesado que el camino más fácil es culpar a otros por nuestros propios errores antes que asumirlos.

Dicen que errar es de humanos, pero se nos ha instalado en la cabeza que tenemos que dar la imagen de ser perfectos y que todo lo que hacemos es lo correcto. Es por eso que veo a muchas personas diciendo que éste o aquel es corrupto o no tiene ética, pero hacen cosas peores que las que critican, porque ver el error de los demás implica menos esfuerzo, por esa razón del dicho aquel de ‘mirar la paja en el ojo ajeno es más fácil que mirarse la biga del propio ojo’.

Hay quienes andan por la vida dando clases de ética y moral campante y sonante, y con todo el orgullo de que, si sucede algo, que por supuesto es su responsabilidad. Sin embargo, recriminan a otra persona para evitar confrontaciones, incluso las internas, que son las que duelen más.

Una vez alguien le dijo a una profesora que la palabra más difícil es decir ‘me equivoqué’, frase a la que últimamente he tenido que acostumbrarme, porque Ángela Victoria, mi hija de seis años, está pendiente de los errores que cometo. Eso me hace reconocer que no soy perfecta. “¡Mamá! Te equivocaste!” exclama con satisfacción.

Esto sucede porque no es normal que una persona con status o algún tipo de autoridad asuma que cometió un error o se equivocó, me pasa a mí y le pasa también a usted. Pensarse imperfecto y que no todo lo que hacemos está bien, es como si se nos retorciera nuestro propio ego. Nos escudamos con el: ¿tú debiste decirme?, ¿tú no me lo informaste?, ¿qué tu hiciste?, o la famosa: “¡Cómo no me di cuenta!”... Son frases comunes que se hacen para evadir todo compromiso sobre eso que estaba ante sus propios ojos. Porque admítanoslo o no, no nos va a dar siempre la razón. Hay que reconocer que no somos perfectos y que hay que asumir las responsabilidades de los errores que hemos cometidos y si se equivocó no pasa nada, pues es una muestra fehaciente de que se está vivo y que aún somos seres humanos.

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