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COSAS DE DUENDES

Todas las respuestas

Algunos de los salmos de la Biblia son muy famosos, tan populares que la gente los recita de memoria, como el salmo 23, el que empieza diciendo: “El señor es mi pastor y nada me faltará…” O el Salmo 91 que inicia: “El que vive bajo la sombra del altísimo…” Sin embargo, existen otros salmos que pocos citan. Ocurre con el Salmo 18.

Resulta que un día metí dentro de mi Biblia un recorte de periódico con un escrito que quería conservar. Este pedazo de papel dejó marcado ese salmo.

Como tengo la costumbre de pedir orientación a Dios a través de la Biblia, oro y después la abro al azar en espera de sus respuesta a mis plegarias, al permanecer este salmo marcado, me sale una y otra vez. Entonces, me dije que debería sacar el papel para que, de nuevo, pudiera abrir en cualquier parte la Biblia y que Dios respondiera a mis súplicas.

Pero algo me impide retirar el papel aunque, muy a menudo, pido guía y me sale el salmo 18. Resignada, lo vuelvo a leer. Se trata de un salmo largo, por lo tanto, no me lo sé de memoria. De manera que, cada vez que lo releo, descubro una frase en la que no había reparado y que, por supuesto, da respuesta a la interrogante que hice en ese momento.

Ayer estaba en rebeldía con Dios y cuando, al abrir la Biblia, por enésima vez apareció el salmo 18 le dije: “No.

No vuelvas a repetirme el mismo salmo porque ya me lo he leído demasiado y en esta situación no aplica”. Entonces, mis ojos no se fueron al inicio sino a la mitad de ese texto bíblico y leí: “Tú salvas a los humildes pero humillas a los orgullosos”. Y luego, “Tú Señor me das luz; Dios mío, alumbras mi oscuridad.” Yo había pedido discernimiento, guía, es decir, luz. Pero, además, me había mostrado orgullosa, renuente a aceptar la dirección de Dios por la vía que Él escogiera, no por la que yo entendía que debía ser. Y el salmo me recordaba que los orgullosos serán humillados.

Una advertencia que siempre debo tener presente porque es una de mis debilidades de carácter.

Ese salmo, rico, lleno de promesas, que nos recuerdan que el Señor es fiel, con quien es fiel, irreprochable con quien es irreprochable y sincero con quien es sincero, sirve, me he dado cuenta ahora, para casi cualquier dilema, situación o problema que enfrentemos.

Es decir, un solo texto de la Biblia contiene la respuesta para cada desafío, no importa su naturaleza. Así de grande es Dios, que debe reírse ante la pequeñez de nuestros caprichos como mi afán en que me muestre otros textos de la Biblia pese a que ya, sin necesidad de buscar en otra parte, en uno solo encuentro todas las respuestas.

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