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Turismo

A San Martín en crucero desde Sans Soucí

Con solo 96 kilómetros de superficie, la isla está dividida en dos naciones. Al norte es francesa.

Marigot. Desde la laguna puede verse, en lo alto de la colina, el fuerte St. Louis.

Marigot. Desde la laguna puede verse, en lo alto de la colina, el fuerte St. Louis.

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Carmenchu BrusíloffSanto Domingo

La facilidad de abordar un crucero por el puerto turístico de Sans Soucí, en la misma capital dominicana, es lo que en una decisión de menos de dos semanas a mi hijo Alexis y a mí nos hace elegir el Zenith de Pullmantur para un viaje por pequeñas islas del Caribe, en vez de uno de los barcos Costa con salida por La Romana y de mayor tamaño y empaque. Pedimos una cabina con balcón.

Nos la asignan en la cubierta 11. Los trámites en la terminal marchan sobre ruedas, lo que perturba es el largo tiempo que pasa entre subir al barco y recibir el equipaje en el camarote. Es que las maletas pasan dos chequeos: el de Aduanas y el de seguridad del crucero.

Al día siguiente tocamos el primer puerto: La Romana. La vista frente al camarote es frondosa en torno a una residencia, aun cuando parece tener cerca el Central azucarero. A Alexis y a mí nos apetece dar un paseo a pie hasta la ciudad. Al regreso recorremos el barco. Tiene casino, biblioteca con libros en diversos idiomas, etcétera.

Cenamos en el restaurante a la hora elegida: 7:15 p.m. La comida es a la carta y de buena calidad.

A la 1:30 de la tarde del día siguiente estamos en San Martín, llamada por los indígenas isla Suaulouiga (la tierra de la sal). Atracamos en el muelle Dr. A. C. Wathey junto a la bahía Great en Philipsburg, capital de la parte holandesa (Sint Maarten, en el sur). Desde el balcón vemos las resplandecientes aguas azules del mar en esta isla que con solo 96 kilómetros de superficie está dividida en dos naciones (al norte es francesa: Saint- Martin. Su capital es Marigot). Al no tener ríos, el agua dulce de la isla es producida mediante la desalinización del agua de mar.

En el departamento de excursiones del barco vemos un folleto de un tour alrededor de la isla, en bus de dos pisos de Island Sightseeing.

Lo compramos, pero el vehículo tenía la transmisión dañada y a los quince minutos tuvo que retornar.

Nos devolverían el dinero, pero ahora quedábamos a nuestro albur. Sin opciones ni sugerencias de parte suya. En dos grupos rentamos un par de microbuses para ir a Marigot. La conductora del Micheline’s Taxi Services, número 97, resultó muy agradable. En el trayecto por Philipsburg rodeamos varias rotondas con dramáticas esculturas: un esclavo con cadenas, el hombre que dirige el tráfico, los recogedores de sal… Entre Sint Maarten y Saint-Martin un obelisco de 1648 marca la frontera. Es todo. Ya en Marigot observamos en lo alto de una colina el restaurado fuerte St. Louis, construido en 1776 para proteger la población de los ataques británicos.

Desde donde estamos hay 93 escalones que conducen hacia él. Es considerado el mayor monumento histórico de la isla. Hacia un lado se extiende la laguna Marigot.

Desde aquí nos trasladamos hasta la Place du Marche, o Plaza del Mercado, en cuyo entorno varios niños juegan con una pelota de fútbol. Casi al frente están los sanitarios públicos. Por cierto, muy limpios.

La división en dos países

El 23 de marzo de 1648 la isla fue dividida entre Holanda (34 kilómetros cuadrados) y Francia (52 kilómetros cuadrados). Ambos con iguales derechos de los habitantes en lo referente a las salinas, la caza, la pesca, las maderas colorantes, los minerales, los puertos y las bahías de la isla.

Philipsburg. Desde el balcón del camarote contemplamos las azules aguas de la bahía Great en Philipsburg.

Rotonda. Una frase despide al turista en St. Maarten: Esperamos verte pronto de nuevo.

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