Adiós a la cortesía

No se puede obviar el futuro que les espera a las personas con discapacitadad, embarazadas y envejecientes. Aunque todavía conservo mis fuerzas y si se quiere, algo de juventud, me preocupa mi futuro, el de mis hijos, mi familia y personas allegadas. Estamos viviendo en una sociedad en la que toma fuerza la inversión de valores, donde se discrimina, se ignora y a veces, hasta se maltrata a determinada población. Basta con detenerse a observar a algunos en la estación del Metro o en los autobuses, cómo no se inmutan ante embarazadas, envejecientes y personas con discapacidad cuando las ven paradas en estos vehículos. Los jóvenes se quedan sentados, y los ‘caballeros’ al parecer se extinguieron. Por lo que se ve, faltan pantalones y faldas en casa que orienten y eduquen bien a quienes les pertenecerá el mundo mañana.