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FÁBULAS EN ALTA VOZ

¿Privacidad o bloqueo a fidelidad?

Hace unos días, una amiga, a quien por supuesto pedí permiso para tratar el tema, me comentó que está muy preocupada porque su esposo es ‘enfermo’ con su celular. No lo suelta un segundo y lo tiene más bloqueado que a los inmigrantes en Estados Unidos. En fin, dice que a veces siente como si toda la vida de éste fuera ese aparato. Las dudas ante esta situación no se hacen esperar, y las interrogantes son muchas: ¿Qué esconde, con quién se comunica, qué pretende...? En fin, son muchas las respuestas que espera, y como es de saberse, él no le da respuesta, aunque sí una razón: “Tengo derecho a mi privacidad”. Y es verdad. Pero yo, que estoy del otro lado del problema, me cuestiono: ¿Se llama eso privacidad o bloqueo a la fidelidad? En lo que algunos de ustedes me ayudan con la respuesta, la transporté a una ciudad fabulosa donde al formalizar una relación en pareja se asume el compromiso del respeto y prevalece la lealtad. No hay tecnología que atente contra ello y no hay redes sociales que pongan en peligro la estabilidad familiar. Eso de tener secretos apostados en un celular, de tener amigas o amigos para tener largas charlas por WhatsApp o Facebook no se estila. Por lo regular cuando se tiene una pareja hay que ponerle coto a las relaciones con personas del sexo opuesto. No es que porque tienes esposa o esposo vas a dejar de tener amigos, no, de ninguna manera. Es que debe haber un límite, un respeto que no ponga en riesgo la salud de la relación. Por encima de todo, aquí se crea un clima de confianza, pero se aporta para no cruzar la delgada línea entre ésta y la traición.

En ese lugar fabuloso sí se apuesta a la privacidad, pero ella no se traduce en la forma descarada de guardar secretos tecnológicos bajo ‘siete llaves’. Allí la infidelidad cibernética no tiene cabida, aunque sí hay derecho a un espacio que no atente contra la armonía de la pareja. En conclusión, mi amiga observó en aquella ciudad fabulosa cuán bien marchan las cosas en las relaciones cuando por encima de todo está el respeto.

Al regresar a su realidad observó que aquí no hay indicios de que las cosas cambien para bien en este sentido, ya que cada día son más los hombres y las mujeres que se dejan seducir por la magia ‘negra’ de un celular, atentando contra su relación de pareja. Al contarme la situación por la que atraviesa, admitió que no le afecta que su esposo tenga ‘amigas’, pero que sí le molesta la forma secreta en la que lo hace. Entiende que privacidad no es esconder las malas acciones ni bloquear un aparato para evitar delatarse. El que nada debe, nada teme.

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