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PSICOLOGÍA

Vivir sin útero

Las mujeres jóvenes reaccionan de forma distinta a una histerectomía. Aquellas que ven la maternidad como su rol principal experimentan un duelo.

El impacto de la histerectomía en una mujer joven varía de un caso a otro. La reacción emocional y psicológica de la mujer a la que se le extrae el útero, operación necesaria en casos de cáncer o emergencias obstétricas, depende de factores como su sistema de creencias, la crianza que ha recibido y su contexto relacional.

“Para algunas mujeres, dejar de tener un útero representa libertad y felicidad, por la ausencia de la menstruación cada mes, mientras que para una mujer muy joven con deseos y decisión de ser madre, la práctica de una histerectomía puede representar o simbolizar un duelo por la pérdida de una parte de su cuerpo que para ella significa la consecución de su proyecto o anhelo de ser madre biológica”, expresa la psicóloga clínica Fior D’Aliza Alcántara.

Mitos en torno a la histerectomía La actitud de la sociedad frente a las mujeres que deben someterse a una histerectomía ha cambiado con el paso de los años.

Sin embargo, según Alcáncara, todavía hacen falta avances en lo tocante a la educación sexual y de manera particular a la sexualidad femenina.

Lo demuestra el hecho de que algunas mujeres sometidas a esta operación manejan el tema con cierto secretismo.

“Debe ser una tarea de cada día enseñar a nuestras hijas que su misión en este mundo trasciende y debe trascender el hecho de parir”, afirma.

Alcántara considera, además, que la sociedad dominicana debe aprender que una pareja puede ser feliz aunque no tenga hijos.

A la mujer joven y sin hijos que por alguna razón ha debido someterse a una histerectomía cuando su proyecto de vida incluía procrear, la profesional de la conducta la invita a preguntarse cuántas cosas extraordinarias puede hacer aun sin tener útero.

“Seguro faltarán páginas para escribirlo y años para lograrlo”, afirma Alcáncara.

La psicóloga repasa -y refuta- algunas de las creencias más extendidas en ciertos sectores en torno a la extirpación del útero.

Creencias Mito 1: “La histerectomía es sinónimo de vaciado”. El significado social del término “vaciado”, usado para referirse a la extirpación total o parcial del útero, es que a la mujer le extrajeron todos los órganos sexuales y que, por efecto de eso, ya no podrá sentir placer ni producir placer en el hombre.

“Nada más falso que estos pensamientos”, aclara Alcántara. “La capacidad erógena en la mujer es más psicosocioafectiva que orgánica”.

La mujer tiende a sentir más placer con las caricias, la ternura y la expresión de afecto a través de las palabras que con el coito mismo.

“También es importante mencionar que el acto de penetración o coito durante las relaciones sexuales íntimas no se realiza en el útero sino en la vagina”, añade Alcántara.

Mito 2: “La mujer que no pare es media mujer”. Muchas personas reproducen esta creencia, incluso en la sociedad actual, en la cual la mujer ha alcanzado grandes logros fuera de la esfera hogareña.

Afirmaciones de este tipo minimizan las habilidades y capacidades de la mujer y el valor que esta posee en sí misma.

Además, según Alcántara, niegan el derecho que tiene una mujer de decidir no ser madre y elegir una vida creativa y productiva desde otro enfoque que no sea la maternidad.

Mito 3: “La mujer que no pare no tiene quien vea por ella”. “Si esto se aplicara con la misma fuerza como se dice”, argumenta Alcántara, “tendríamos una nación donde el día más importante fuera el día del adulto mayor o tendríamos envejecientes amados y cuidados por su familia, y resulta que la realidad dominicana es que mientras más pare una mujer más triste y difícil es su vejez”.

SUPERAR LA PÉRDIDA A las mujeres que han debido someterse a una histerectomía perdiendo así la esperanza de procrear -o de tener varios hijos-, la psicóloga Fior D’Aliza Alcántara les recuerda que todavía tienen derecho a una vida productiva y creativa.

“Cada mujer debe aprender y luchar para encontrarse con ella misma, con su misión en esta tierra, con el amor auténtico hacia ella misma, hacia la vida en sentido general, y todo ese mundo de amor, encuentro, creatividad, espiritualidad y desafío no necesariamente lo conseguimos por tener un útero”, expresa.

Las familias, por otro lado, tienen el deber de enseñar a las niñas a cultivar sus talentos, a vivir plenamente y a romper tabúes sobre los hijos y la procreación.

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