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COSAS DE DUENDES

El tiempo de Dios

Coincidí con una amiga, que me envió un regalito durante la Navidad, y le pedí disculpas porque no la llamé para darle las gracias. Le confesé que, en varias ocasiones, pospuse la intención de marcar su número. Ella me respondió que entiende la situación de mujeres como yo, que trabajan y son cabeza de familia, a quienes el tiempo no les alcanza. Reconoce que su caso es la excepción. Me cuenta que mantiene una organización estricta de su tiempo, todo lo anota y, en ocasiones, se levanta a las tres de la mañana para arreglar su armario. Luego, vuelve a acostarse.

Al escucharla, pensé que, hace unos años, no había tanta diferencia entre las dos. Cuando estaba casada, cierta vez, tenía ocho meses de embarazo, dos niños pequeños y la empleada doméstica había desertado para Navidad. Recuerdo haberme empeñado en limpiar de noche. En lugar de descansar, me parecía impostergable que la casa estuviese reluciente. Me dieron las dos de la mañana en ese afán.

Cuando vi la hora, casi no podía sostenerme por el cansancio, me di cuenta de la fecha en el calendario. Hasta ese momento, no había reparado que el día que iniciaba era el de mi aniversario de bodas. Recuerdo que me dejé caer en una silla y me dije: ¿Esto es el matrimonio? Lo cierto es que aquello no lo era, pero sí era la forma en que yo lo había asumido. Como ocurre con todo.

En las relaciones de amistad, el trabajo, la relación con los hijos y con los padres, el nivel de intensidad que pongas en cada cosa que hagas, el tiempo y el esfuerzo que le dediques, es cosa tuya. Si entre descansar para cuidar de ti y de tu bebé y lavar un baño, escoges esto último, es tu elección. Si en lugar de dormir, te levantas a organizar el closet, es lo que escogiste.

No critico a mi amiga, cuya eficiencia admiro, pero el año pasado me hablaron del tiempo de Dios, significa que bajo el cielo todo tiene su hora y su momento, por lo cual, de nada vale apresurarnos. ¿Sabe cuánta gente no ha llegado nunca a compromisos impostergable y el mundo no se ha detenido? ¿Cuánto planes perfectos se quedaron en el papel?

Voy a tener más pendiente llamar para dar las gracias, pero siempre existirá la oportunidad de hacerlo, si está en los planes divinos. Ocurrió esta vez en que hasta pude darle un abrazo a la persona que tuvo conmigo un detalle en Navidad. Al fin ocurrió lo que tanto deseaba hacer, agradecerle, pero en el tiempo de Dios.

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