Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

Psiquiatría

Bipolaridad en los mayores

La mejor receta para interactuar con ellos se resume en: “Antes del tratamiento está el trato y mucho antes: el buen trato”.

Existe mucha literatura científica referida a la patología bipolar. Son innumerables los estudios que dan a conocer a distintas audiencias los avances en el campo de los trastornos afectivos describiendo, de manera exhaustiva, nuevos modelos de intervención.

Se anuncian con bombo y platillo mejoras en los fármacos y sus efectos secundarios. Se multiplican las acciones preventivas y de rehabilitación. Surgen modernos enfoques psicoterapéuticos de recuperación y empoderamiento. Resucitan diagnósticos diferenciales, de comorbilidad. Se confirman sospechas clínicas descubiertas a través de la neuroimagenÖ y un largo etcétera de acciones de utilidad informativa. Pero semejante riqueza de conocimientos, aun siendo interesante, se basa por lo general en un enfoque operativo limitado, dedicando los esfuerzos analíticos a segmentos de la población afectada donde la tercera edad es meramente testimonial o residual.

¿Qué podemos hacer para que la bipolaridad no borre su sonrisa? ¿Cómo podemos saber lo que desean? ¿Somos capaces de entender su mirada, sus silencios? ¿Cuál es la mejor manera de cuidarlos, de acompañarlos, respetando su dignidad?

La mejor receta para interactuar con los mayores se puede resumir en: “Antes del tratamiento está el trato y mucho antes: el buen trato”.

Existe una clara unanimidad al respecto de qué comportamientos son considerados no deseados antes, durante y después del trato con los pacientes de más edad.

Cabe destacar los siguientes: infantilización, paternalismo, autoritarismo, despersonalización, desfamilirización, desinformación y aislamiento sensorial.

Muchas de las conductas mencionadas, a todas luces, inapropiadas, acaban por normalizarse erróneamente a la hora de tratar con el colectivo de la tercera edad.

Resultan variopintos los ejemplos que dibujan modelos de mala praxis que han visto la luz por culpa de la falta de formación en lo que a protocolos de atención a personas mayores con trastorno mental grave se refiere, o como consecuencia del nulo auxilio por parte de la administración para reducir la soledad y el nivel de estrés del cuidador, cuyo perfil responde casi siempre al de una mujer a la que le une algún grado de parentesco con el enfermo, y que acaba renunciando a su trabajo para dedicarse a tiempo completo al cuidado del familiar afectado.

Tags relacionados