Despedida de solteros vs. papelón mundial

No existe red social que haya escapado del embrujo de Lady Coralina: la hermosa mexicana de cándido rostro que, después de anunciar su matrimonio con el amor de su corta vida (concretamente 20 años), tuvo la pésima idea de despedir su, insisto, cortísima soltería en Playa del Carmen y allí “lo que ocurrió en Las Vegas no se quedó en Las Vegas”. El mundo entero, su prometido incluido, la vieron bailar reguetón y entrar en confianzas con uno de los trabajadores del Beach Club al que decidió asistir con sus mejores amigas. En conclusión, vídeo incriminatorio mediante el cuál, la chica se quedó vestida, compuesta y sin boda.

A este asunto se adhieren millones de reflexiones como polillas a la luz: la discusión moral sobre los principios de la joven, la parte emocional con respecto a su amor y lealtad para con su futuro esposo, la reflexión social sobre lo mal que le sientan las bebidas alcohólicas a la juventud, la sentimental expresión, porque “con amigas como estas más vale tener enemigas” y, obviamente, la discusión sobre las redes sociales que han difuminado los linderos entre lo privado y lo público, obligándonos a andar siempre bonitos para una foto/video porque siempre habrá un amigo, enemigo o desconocido, queriendo eternizarnos con su teléfono inteligente.

Sin embargo, hoy quiero invitarlos, queridos lectores, a conspirar contra la absurda costumbre de celebrar despedidas de solteros que, sin excepción, suelen terminar en un papelón. ¿De qué nos estamos despidiendo?, ¿del alcohol a litros ingentes?, ¿de disfraces ridículos aplaudiendo a un stripper?, ¿de un viaje donde se mezclan amistades que no pegan ni con cola?, ¿de gritos y anécdotas exageradas antes de entrar en la penosa cárcel del matrimonio? Visto así, valoro algunas despedidas femeninas que consisten en una clase de cocina, pues el peor de los peligros que corremos es que se nos queme la tortilla de patata. ¡Hasta la próxima! ¡Y salud, que belleza sobra!