Somos libres si lo creemos

De Enmanuel aprendí que las barras no son prisión, y que la verdadera libertad yace en nuestro interior. Fue un día cualquiera de esos en que revisábamos su tiempo restante de condena, y con alegría le anuncié que pronto sería libre. “No, señora”, me contestó, “hace tiempo que soy libre, solo estoy detenido. Soy libre porque he escapado de pensamientos destructivos que me guiaron por caminos equivocados, y he llegado a un espacio de reflexión espiritual donde se rompieron todas mis cadenas”.

Nunca podremos disfrutar de nuestra libertad completamente a menos que creamos que somos libres. Por tanto, dejemos de creer que las circunstancias externas tienen poder para limitarnos. La libertad espiritual no es algo que debamos merecer, es gratuita. Es un don divino, y es nuestra en todo momento. Somos libres para pensar y actuar desde la serenidad de nuestras almas, y lograr con ello sanidad mental y física. Si creemos por solo un minuto que el espíritu de Dios en nosotros nos libera de cualquier asunto que deseemos librarnos, en ese minuto somos libres. Si seguimos otro minuto, una hora, un díaÖ seremos dueños de posibilidades ilimitadas. La libertad es nuestra herencia y podemos elegir ser saludables y vivir plenamente, porque somos libres cuando creemos que lo somos.