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PREVENCIÓN

En cuarentena

En el pasado, como en la actualidad, el objetivo de este tipo de aislamiento era evitar la propagación de una enfermedad infectocontagiosa.

Proceso. Algunas enfermedades se desarrollan en apenas tres días, mientras que otras, como el zika, pueden tardar hasta 21 días.

Proceso. Algunas enfermedades se desarrollan en apenas tres días, mientras que otras, como el zika, pueden tardar hasta 21 días.

La cuarentena no tiene que durar 40 días, aunque su nombre sugiera algo distinto. El tiempo por el cual se aísla a personas sospechosas de haber contraído una enfermedad infectocontagiosa depende del período de incubación de la patología.

Algunas enfermedades se desarrollan en apenas tres días, mientras que otras, como el zika, pueden tardar hasta 21 días. De ahí que el tiempo por el que una persona o un grupo puesto en cuarentena varía de un caso a otro.

Pero hubo un tiempo en que este tipo de aislamiento sí duraba cuarenta días. Cuenta el “Informe sobre la salud en el mundo 2007: un porvenir más seguro” (OMS, 2007) que a finales del siglo XIV la República de Venecia estableció ese lapso de separación para todas las personas que llegaban al puerto de Ragusa procedentes de zonas infectas por la peste bubónica.

En esa época, como en la actualidad, el objetivo de la cuarentena es evitar la propagación de una enfermedad transmisible mientras se establece un diagnóstico preciso.

El informe señala que ya en la Biblia y el Corán existen referencias al aislamiento de leprosos. “En el siglo VII”, prosigue el documento, “China ya contaba con una política bien establecida de detener a los marineros y los extranjeros que padecían la peste”.

“Todo paciente sospechoso de una patología infectocontagiosa debe ser aislado”, sentencia el epidemiólogo José Sehuoerer.

En aislamiento y bajo sospecha

El doctor José Sehuoerer, jefe de Epidemiología del Hospital Materno-Infantil San Lorenzo de Los Mina, asegura tener gran confianza en la cuarentena como mecanismo para prevenir de la propagación de enfermedades infectocontagiosas.

Este tipo de aislamiento se aplica con fines sanitarios tanto en personas como en animales.

En el caso de las personas, señala Sehuoerer, existe una variada lista de enfermedades por las cuales a un individuo o grupo se les podría mantener incomunicado.

Entre esas enfermedades el médico cita tétanos, tos ferina, meningococcemia, dengue, malaria, cólera, zika, gripe aviaria, tuberculosis y salmonelosis.

A pacientes sometidos a tratamientos con yodo radioactivo (como aquellos aquejados de cáncer de tiroides) se les puede indicar, asimismo, permanecer recluidos e incomunicados.

Respecto al lugar donde se recluye a la persona bajo sospecha de infección, Sehuoerer dice que la cuarentena puede hacerse en un centro médico o en el hogar bajo supervisión de Salud Pública.

Cuando el paciente sospechoso llega a un hospital, el centro destina un espacio para mantenerlo separado de los demás. En caso de brotes, todas las personas de las que se cree podrían tener la misma condición de salud son recluidas en esa área especial.

“Normalmente son espacios semicerrados -explica el epidemiólogo-, pero deben tener un grado de ventilación”.

En otros casos, la persona puede permanecer en su hogar, preferiblemente en una habitación con su baño, para que no salga de ahí ni entre en contacto con otros.

Ciertas condiciones del espacio destinado a pacientes en cuarentena pueden variar dependiendo de la condición que haya desatado la alarma.

En el caso del tétanos, una enfermedad que afecta el sistema nervioso, el paciente debe ser recluido en una habitación tranquila, con poca iluminación y sin ruidos. Tanto la luz como los ruidos alteran al enfermo de tétanos.

En tanto que a un paciente con sospecha de dengue debería aislársele y protegérsele con un mosquitero impregnado de piretrina, insecticida que impide que el mosquito penetre la malla, pique al enfermo y luego continúe propagando el virus.

Cuidados Sehuoerer expresa que cuando el paciente sometido a un período de aislamiento se encuentra recluido en un centro de salud, se asigna un equipo médico especializado para su cuidado.

Este personal vela por el paciente, pero siempre usando protección especial (mascarillas, batas, guantes) para evitar contagiarse con la enfermedad que intenta frenar.

“Al paciente hay que darle seguimiento y tratamiento, pero no pueden entrar personal o personas no autorizadas si no tienen el equipo de protección”, detalla.

Ya en el siglo XIV, según el “Informe sobre la salud en el mundo 2007: un porvenir más seguro” (OMS, 2007), los médicos que atendían en Europa a los enfermos afectados por la peste bubónica “se protegían con ropa especial, máscara y un pico que contenía hierbas aromáticas”. Con la crisis del ébola en África, los medios de comunicación publicaron con frecuencia las imágenes de los médicos que, ataviados con trajes especiales y cubiertos de pies a cabeza, atendían a las víctimas de la enfermedad.

A quienes permanecen recluidos en sus casas, según Sehuoerer, Salud Pública les debe dar seguimiento.

En tanto que sus familiares deben recibir orientación sobre el tipo de enfermedad que padecen (o que se sospecha que padecen) y cómo protegerse de esta.

“Terminada la cuarentena - agrega-, al paciente se le da un seguimiento regular”.

El espacio donde la persona estuvo recluida debe someterse a una limpieza y desinfección. En los hospitales esta rigurosa desinfección puede realizarse con ayuda de una máquina de vapor o de un cañón de ozono.

Impacto emocional Las enfermedades infectocontagiosas sujetas a cuarentena son de notificación obligatoria al Ministerio de Salud Pública.

En ocasiones, de acuerdo con el epidemiólogo José Sehuoerer, las clínicas remiten a los pacientes sospechosos a los hospitales para que sean estos últimos los que destinen un espacio para el aislamiento de los enfermos. Esto, señala el médico, puede deberse a que mantener recluida e incomunicada a una persona en un centro de salud privado resulta más costoso.

El Estado, a través del Ministerio de Salud Pública, puede poner en cuarentena o aislar bajo vigilancia estricta a personas que llegan del exterior de países en los que pueden haber contraído alguna enfermedad contagiosa.

Finalmente, el epidemiólogo advierte la posibilidad de que el aislamiento afecte a la persona en el plano emocional: “Tú verte recluido en un espacio cerrado, restringido, solo... la parte emocional se afecta”.

Protocolo. Cuando el paciente sospechoso llega a un hospital, el centro destina un espacio para mantenerlo separado de los demás.

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