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Viajes

De Recoletos a la calle Mayor a la búsqueda de calzados

En la esquina, con un templete circular coronado por una cúpula, está el edificio comercial Meneses, en la Plaza Canalejas. A su lado, la Casa de Allende.

En la esquina, con un templete circular coronado por una cúpula, está el edificio comercial Meneses, en la Plaza Canalejas. A su lado, la Casa de Allende.

Desde Santander, llego por avión a la capital de España temprano en la mañana. Ando a cuestas con mi gran paraguas transparente que subí a cabina, lo que ya en el aeropuerto de Madrid llama la atención de dos viajeros. A ellos les hicieron chequear sus paraguas como equipaje. “¿Cómo pudo subirlo?”, preguntan. Pasó por rayos X, les digo, y comprobaron a mano que la punta no era de metal. Uno de ellos reacciona con una broma: “Le vieron cara de buena”.

Ya en el aparta-hotel Recoletos Serrano, en la calle Villanueva, dejo mis pertenencias. Para no congelarme ando con sweater, abrigo y botas gruesas de invierno. En vez de buscar la sombra, camino bajo el sol por el amplio Paseo de Recoletos. Mi objetivo: una zapatería para pies delicados en una alejada calle: Magdalena. Jamás he estado en ella. Mi ruta me encamina hasta la Plaza Cibeles, cuya fuente es orgullo madrileño, y en torno a la cual celebra sus grandes triunfos el fútbol club Real Madrid.

Hacia un lado, el Ayuntamiento hoy llamado Palacio de Cibeles, en el antiguo Palacio de Comunicaciones. Su fachada, una de las más fotografiadas por los turistas, me recuerda un bizcocho de bodas. Conozco su interior. Tiene una impresionante cúpula. Al otro lado, un edificio de gran empaque: el Banco de España, cuya remodelada primera estructura fue terminada en 1891. Enrumbo por la calle de Alcalá y en un local de información turística pregunto cómo llegar a la calle Magdalena. Me dan un plano con las indicaciones. En el trayecto, antes de doblar por la calle Sevilla, otros históricos edificios se asoman a las aceras.

En la Plaza de Canalejas, donde se cruzan varias vías, tomo por la calle de la Cruz, cruzo la calle Atocha y, tras una especie de zigzag en un par de cuadras, llego a Magdalena. El entorno está totalmente alejado de cualquier recorrido turístico. Aquí no hay vacacionistas extranjeros. Un par de zapaterías alardean de calzado especial para pies delicados. Una de ellas, El Ferrocarril, existe desde 1870. Nada de tacones estilizados ni sofisticadas formas. Es asunto de salud. Compro unos comodísimos mocasines y prosigo mi andadura mirando vitrinas. Así me percato que en el sector abundan tiendas de ropa al por mayor. Buen destino para los comerciantes.

Ya acercándome a lugares de interés histórico y turístico atrapa mi atención la Filmoteca Española, ubicada en el antiguo Palacio del marqués de Perales, del siglo XVIII. Continúo hasta la plaza Tirso de Molina y doblo a la derecha por la calle Conde de Romanones. Otra sorpresa: aquí también abundan comercios wholesalers. Y muy linda ropa, por cierto.

A corta distancia, la Plaza Mayor, que atravieso sin detenerme hasta alcanzar la calle Mayor. Y aquí, sin buscar, tropiezo con lo que tanto me atrae: una churrería chocolatería. Se llama Las Farolas. Con una temperatura exterior de ocho grados centígrados, ni lo dudo. Entro a degustar un chocolate espeso bien caliente, que saboreo con el mejor acompañamiento: ¡cinco churros! Eso sí, hay que pagar por adelantado. En mi caso, 3.25 euros.

Portal de entrada al antiguo Palacio del marqués de Perales, con su portada barroca. Hoy es sede administrativa de la Filmoteca Española, en la calle Magdalena número 10 de Madrid.

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