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COSAS DE DUENDES

A los que les falta un tornillo

Mi sobrina Geisha, que tiene trece años, publicó en su página de Facebook la siguiente frase: “Yo no soy rara, lo que pasa es que tú eres muy común”. Me encantó. Más en esta época donde niños, jóvenes y adultos enfrentamos cada día el reto de integrarnos a la manada o atenernos a las consecuencias, o sea, ser raros. Somos raros, si leemos en una sociedad donde el hábito de lectura molesta. Si eres creyente, cuando lo que está de moda es el ateísmo. Si no compartes la apología a la homosexualidad, como si se tratara de un don. Si no te interesa utilizar tu libertad para hacerte esclavo de otras cosas como la promiscuidad, los vicios y la búsqueda insaciable del poder y el dinero. Pareces extraño, si eres considerado cuando lo que se supone es que aplastes a los demás. Si asistes a la Iglesia en medio de una sociedad integrada por gente que piensa que le queda mucho tiempo para rezar aunque, sin saberlo, esté viviendo su último año, su último día o su último minuto. Ser un niño o un joven diferente, como cuando te gusta escribir, no eres un gran atleta y los videos juegos te resultan algo sosos, cuesta muy caro. La soledad, a veces. La burla, otras. Ser diferente en la adultez resulta aún peor. Porque conlleva a la duda: ¿Qué es honesto en medio de tanta deshonestidad?, buuueno.

Los diferentes son cuestionados y, por supuesto, castigados con el rechazo y el aislamiento. Así que, no caer en el montón, cuesta caro. Pero nadie está obligado a pagar ese precio, a menos que, en verdad, seas distinto. Me explico, no encajar no puede ser una pose, se trata de que actúes como la persona que eres. Si eso te convierte en un marciano, es porque te tocó ser diferente. Pero si respetas tu personalidad y encajas en todo lo establecido, felicidades. Como dice el mensaje que publicó Geisha, eres alguien común. No temas. Tendrás mucho menos conflictos. Debe ser complicado caer en la clasificación de esa clase de gente a la que parece que le falta un tornillo. Los obsesionados con lo que hacen; los que trabajan hasta extenuarse; los que creen en imposibles; los que no encajan. Esos que, desde la soledad, fuera de las manadas, han construidos los grandes avances de la humanidad, es decir, los raros.

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