De útil a utilizable

San Agustín dijo una vez: “El que no vive para servir, no sirve para vivir”, frase que fue usada por el Papa Francisco en la misa que celebró en la Plaza de la Revolución en Cuba, y por otras muchas personas que quieren enfatizar el espíritu de servicio que deberíamos todos poseer ante las necesidades de nuestros semejantes. Aunque entendemos muy bien el mensaje, lamentablemente, un pobre número se enlista en este servicio, o se entrega a un voluntariado para trabajar por otros, sin fines de lucro. Mirándolo bien, pocos practicamos la caridad, y a muchos nos falta la generosidad de compartir nuestros teneres con aquellos en necesidad si no de cosas, de amor. La ley de Dios nos instruye sacrificarnos como lo hizo Jesús por nosotros, y eso es lo que menos hacemos. Hay también otra frase que llama a reflexión, cuyo autor no recuerdo ahora, y dice así: “Es mejor ser útil que importante”. Creo que tiene mucho sentido porque, ¿qué mejor que poder servir, ser de utilidad a la sociedad en que nos movemos y somos, y ayudar en lo que esté a nuestro alcance al desarrollo de los pueblos? Es una labor hermosa, sin embargo, cuando estamos dispuestos a apoyar, alentar, consolar, y compartir tiempo, espacio, posesiones, sentimientos y afectos... debemos, sin ser desconfiados, usar una mezcla de razón y corazón.