Dos meses tarde

El pasado 7 de febrero, Obras Públicas inició la instalación de un paso peatonal próximo a la esquina de las avenidas Privadas y 27 de Febrero. Esa obra llegó con dos meses de retraso para Rubén Darío Rodríguez, que tenía 45 años. El pasado 7 de diciembre, 60 días antes de que los obreros empezaran a levantar vigas, Rubén Darío murió atropellado en el mismo lugar donde ahora las autoridades instalan el puente. Este señor tenía la costumbre de cruzar, desde el Mirador Norte, hacia el otro lado de la avenida 27 de Febrero, hasta la casa de su hija Jennifer, con el propósito de visitar a su nieta. Cuando ocurrió la tragedia, ya había visto a la niña y venía de regreso, pero la muerte le salió al paso frente al edificio Acuario. El paseo habitual de Rubén Darío había cambiado su nivel de peligrosidad y, tal vez, él no se dio cuenta. El cambio vino a raíz de que fuera implementado el Corredor Duarte que para muchos de los que vivimos en los sectores aledaños representa una obra que descongestiona la vía, pero para quienes deben atravesar a pie la 27 de Febrero se trata de desafiar vehículos que transitan a muy alta velocidad. Por eso, algunos vecinos del entorno le escribieron al Ministro de Obras Públicas para que construyera el peatonal contemplado en la obra. Pero pasaron meses sin hacerlo. Ese es el punto que quiero abordar. En muchos proyectos, beneficiosos para el tránsito de la ciudad, los grandes olvidados son los peatones. Nada parece hecho pensando en que hay gente que se moviliza fuera de los vehículos. Pese a que en cualquier lugar a donde se produzca una afluencia de personas, para atravesar una vía peligrosa, debe contar con un puente peatonal.

Eso resulta tan vital como los túneles o los elevados. Y debe estar en los planos y entrar en funcionamiento junto con la obra construida.

Porque se trata de seres humanos sin carrocería que los proteja. No entiendo cuál es el criterio en base al cual se decide que un cruce peatonal es secundario, puede esperar, con relación a la construcción de túneles o elevados. Porque si, como ocurrió con el corredor Duarte, el peatonal se queda para después, estamos abriendo el sorteo para que, por una acción tan cotidiana como cruzar la calle, le toque la muerte, a usted o a mí como le ocurrió a ese abuelo que visitaba a su nieta. Y, como a él, de nada nos serviría la construcción de un puente dos meses después de morir.