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Familia

El síndrome del niño rico

¿Le compra con frecuencia costosos regalos a su hijo? ¿Espera este recompensas monetarias cada vez que realiza una buena acción? ¡Cuidado! Podría estar malcriándolo.

Advertencia. El gozar de bienes y privilegios no garantiza niños adaptados y felices.

Advertencia. El gozar de bienes y privilegios no garantiza niños adaptados y felices.

¿Hay que esperar que sucedan tragedias o accidentes para que como sociedad, como padres, reaccionemos frente al fenómeno del síndrome del niño rico?

Últimamente he tenido que hablar de esto en varios medios de comunicación y, de hecho, se me han acercado padres preocupados por el tema. Y es que sí, realmente hay razones fuertes y contundentes para preocuparse con relación a este fenómeno, pero no por lo que el niño, la niña o joven están haciendo o por cómo se están comportando -frente a lo cual definitivamente hay que tomar acciones-, sino por la posición de padres y madres, ya que si analizamos este fenómeno nos damos cuenta de que el problema lo estamos creando nosotros los padres.

Quizás los padres que vean comportamientos indeseables en sus hijos no estén en la capacidad de comprender su casi total responsabilidad en este asunto. Quizás no lo quieran ver, o quizás simplemente se escuden en ese famoso cliché de “yo no quiero que mi hijo pase por lo que yo pasé”.

Si partimos de ahí como padres, estamos eligiendo un camino hasta peligroso, porque muchas veces les estamos evitando a nuestros hijos frustraciones que son necesarias para el aprendizaje, tanto de la resolución de conflictos como de la negociación sana y la capacidad de reinventarse y buscar alternativas adecuadas.

En un mundo y una sociedad tan competitiva, entendiendo que la competencia sana es necesaria como una de las maneras de llegar a la excelencia, no es menos cierto que se da una competitividad que no busca ser excelente sino de “poseer” lo excelente, que no es lo mismo ni es igual.

En su libro “El niño que tiene todo en exceso”, el pediatra Ralph Minear, profesor de Pediatría de la Facultad de Medicina de Harvard, dice: “A falta de tiempo para estar con sus hijos, los padres están dando excesivas cantidades de libertad, dinero, juguetes, comida, información y protección a sus hijos. Son padres que quieren que sus hijos tengan todo lo que ellos no tuvieron. Sin embargo, lejos de conseguir el ‘hijo perfecto’ con el que sueñan, se encuentran generalmente con niños desadaptados, deprimidos o rebeldes que sucumben ante semejante avalancha”.

Así vemos cómo elegir este tipo de crianza pone en alto riesgo a nuestros hijos, que son el futuro. Es importante destacar que este patrón de crianza no se circunscribe a clases adineradas o altas.

De acuerdo al autor, si quiere saber si está criando bajo estos preceptos, hágase las siguientes preguntas: ¿Le compra con frecuencia costosos regalos a su hijo, aunque no se trate de una ocasión especial? ¿Le deja ver más de una hora de televisión diaria? ¿Espera su hijo recompensas en dinero, cada vez que le hace un favor a alguien o realiza una buena acción? ¿Su hijo se queja a menudo de estar “aburrido” y no tener nada qué hacer, a pesar de tener el cuarto lleno de juegos?

Si contestó a por lo menos una de estas preguntas de manera afirmativa, es recomendable que se cuestione: ¿Qué patrón de crianza estoy llevando con mi hijo? ¿Estoy sin proponérmelo promoviendo el síndrome del niño rico?

((Alerta Consejos para los padres

No dé demasiada libertad, ya que puede dar como resultado falta de disciplina y desorientación moral.

Demasiadas cosas materiales son por lo general un substituto del tiempo y la atención personal. Dedique más tiempo y dé menos cosas materiales. Al final, eso es lo que ellos quieren: calidad de tiempo.

No ejerza excesiva presión para que sobresalgan, puede crearles un alto grado de ansiedad e impedirles alcanzar sus propias metas.

Recuerde: usted está para orientar, corregir y apoyar, no para realizar su vida a través de ellos.

Demasiada información a una edad que no corresponde puede causar mayor desorientación. Proporcione la información adecuada, que es la que ellos piden o necesitan, no más.

No sobreproteja, eso puede llegar a la negligencia ya que una excesiva protección da una preparación deficiente para enfrentar los retos de la vida real.

Con la sobreprotección no los está ayudando a crecer; por el contrario, los hace personas dependientes.

Por último, y atención a esto que es simple, pero a los padres se les está haciendo difícil entender que, según los expertos, el hecho de gozar de bienes y privilegios no garantiza niños adaptados y felices.

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