Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

FOLCLREANDO

Sin saberlo, hablé con el ladrón

(1 de 2)

El lunes salí de mi hogar de Ciudad Real II, junto a mi hija Amelia, al mediodía a conocer el estudio de Amaya Salazar, donde disfrutamos de un almuerzo junto a Rosario de la Mota, Jacqueline Ventura, Binguene Salazar y Rosa Francia Esquea. Luego de ahí, como a las 4:00 de la tarde, hicimos varias diligencias y entre tapones y tapones llegamos a la casa a eso de las 7:20 de la noche. Inmediatamente Amelia pregunta, como pensando en voz alta “¿quién es que está en nuestro parqueo? No le hago caso, porque son dos parqueos, estaba cansada y no voy a discutir o a bloquearlo, considero que no importa, a pesar de que la mayoría estaba vacía. Me desmonto con algunas fundas en mis manos, mientras mi hija está recogiendo dentro del carro y de vez en cuando chequeo el vehículo desconocido, que pensaba que no tenía a nadie dentro. La puerta de abajo estaba abierta, porque los vecinos de uno de los apartamentos salían y los saludé. Mientras voy de nuevo a buscar más fundas, el carro blanco está tocando bocina desesperado y pensé que es esperando a alguien y cuando veo salir del edificio, con una funda en la mano izquierda, hablando por el celular, a un joven alto, moreno y desconocido para mí, le pregunto si él es el dueño del carro y me dice que no, que es un taxi y fue a abordarlo. Amelia subió primero mientras yo atendía las fundas.

Un grito lanzó Amelia “mamiiiiii se metieron los ladrones…la puerta está abiertaaaaa” y solo atiné a vocearle que bajara de inmediato. Corrí detrás de los vecinos que se iban y le di un toque a su vehículo para informarle de lo que estaba pasando, los que se devolvieron para darme auxilio. Amelia bajó, llamó a la Policía y luego fue que pensé que con el que dialogué fue el “protagonista”.

Cuando subimos a mi apartamento nos percatamos de que en el piso de la tercera también una de las dos viviendas contiguas estaba abierta y parece que también robaron. Mientras hago esta columna la Policía científica no había llegado. No pude dormir en mi habitación, porque tomarían huellas. Medio dormí en un mueble de la sala que “tercié” en la puerta de entrada, para un “por si acaso”.

Tags relacionados