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SOBREMESA

Triste adiós

No existen palabras que puedan describir todo el sentimiento que embarga tu corazón con la partida de tu mejor amigo. El mío acaba de marcharse, dejándome un profundo vació. Nada se compara con lo que juntos vivimos.

Verlo partir te hace recordar todo lo que, desde que tienes uso de razón, viviste con él. Es muy triste despedir a ese ser que en todo momento estuvo dispuesto a escucharte, a amarte y a defenderte de todas las adversidades, así como a enseñarte cómo superar todos obstáculos de la vida hasta el final de sus días.

Su ausencia duele porque se trata de ese amigo que sin temor a que te sintieras mal, te hacía entender cuando te apartabas de lo que en realidad era bueno para ti. Es que los verdaderos amigos son los que te ayudan a evitar que hagas cosas de las que después te puedas arrepentir. Ya no volveré a verlo, no podré sostener su mano, no podré sentarme en sus piernas para abrazarlo y decirle lo mucho que lo amo. Ya no volverá acompañarme para hablar, recordar y reír juntos. Ya no podré volver a mirarle a los ojos, para pedirle su bendición. Tan solo me queda seguir sus sabios consejos, ser fuerte y aprender a vivir sin él.

Será difícil, porque mi mejor amigo, sí, ese que se fue y no volveré a ver, era mi padre. Paz a su alma.

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